El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La pandemia deja paso a diversas preocupaciones en nuestras vidas. Pero Dios no es indiferente a lo que ha sucedido ni a lo que sucederá en el futuro.
En las circunstancias actuales, ante la incertidumbre que vivimos, es necesario apoyarnos en las promesas que Dios nos ha dado en su Palabra.
Al oir la Palabra de Dios esta tiene un efecto trascendente en nuestra vida, haciendo que nos alineemos con la voluntad de Dios para que esta crisis se transforme en una oportunidad.
La esperanza que Dios nos da es definitiva, fiel, confiable, total, indudable e invencible.
Necesitamos recordar sus promesas en la Biblia y en las experiencias que hemos vivido. Aun en tormentas, incomprensión o dolor, podemos decir: “Padre, en ti confío”.
Jesús nos compara con unos pajarillos, algo débil y pequeño, como ejemplo de dependencia de Dios. Es en su providencia que podemos tener confianza en medio de esta crisis.
Los cristianos somos privilegiados, por tener la conciencia de un propósito y la compañía de Dios en toda situación.
Los creyentes gemimos, lloramos, somos solidarios con el sufrimiento de los otros esperando la renovación de todas las cosas.
Estamos conmovidos, humillados delante de Dios, y hemos rasgado simbólicamente nuestros corazones para llorar y clamar por nuestro pueblo.
Del pastor y rey David podemos aprender a profundizar en nuestra relación personal con Dios en medio de circunstancias difíciles.
Las circunstancias difíciles nos ayudan a eliminar lo secundario y ser más capaces de encontrar lo verdadero, a Jesús mismo.
En la Biblia vemos un patrón: antes de la victoria, viene la prueba. Este es el proceso que Dios puede usar para que maduremos y así crezcamos.
Esta crisis nos ayuda a entender que nada humano nos es ajeno.
Necesitamos la ayuda del Señor para que Él nos dé las palabras oportunas en cada situación. Un artículo de Eduardo Bracier y Ester Martínez.
En situaciones de dificultad podemos aferrarnos a las tres cosas que permanecen: la fe, la esperanza y el amor.
La incertidumbre lleva al miedo. No sabemos cuánto durará esto, pero nos arraigamos a la Palabra.
Desde la federación remarcan la necesidad de hacer uso de “métodos no presenciales” para continuar con todas las actividades eclesiales.
Cuando se pone a prueba nuestra fe, la gran diferencia está en confiar y saber quién es él.
No es tan importante cuánta fe tienes, sino en quién la pones.
La pandemia nos está arrebatando a los queridos a toda prisa, sin avisar, sin un momento para sentarse, mirarse, hablar y callar.
Es tiempo de hacer nuestras las palabras del Salmo 46: nuestro refugio está en Dios.
Estas circunstancias nos hacen reconsiderar nuestro camino y desafía nuestro orgullo.
Tengamos paciencia con nosotros mismos, e insistamos en el agradecimiento cotidiano a Dios por todo lo que tenemos a pesar de la prueba.
Las circunstancias difíciles permiten que nuestro testimonio se confirme con obras.
Ante una situación tan sorprendente como la que vivimos, acudir a Jesús da ánimo para seguir adelante.
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