El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Nos afanamos por vivir en plenitud una vida que, carente de perspectiva eterna, solo acaba siendo un puñado de emociones transitorias. Excluir a Dios de la totalidad de lo que vivimos nos reduce a un deísmo impertinente y descorazonador.
La vida ya no se disfruta sino que se vive con estrés, no hay tiempo para parar, ni siquiera para ver el camino que hemos recorrido ni los objetivos que hemos alcanzado.
Esto de la superficialidad ha pasado siempre solo que, como ahora nos toca jugar en ligas de mucho más calado, los temas son especialmente complejos y llevamos fatal lo que no es rápido o inmediato.
Un estudio novelado de Lc 5: 1-11 ; Mt 4: 18-22 y Mr 1: 16-20.
Parte de la predicación que se consume hoy tiende a ser divertida, complaciente, ligera y superficial.
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