El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En Jesús encontramos a un Dios que no es indiferente, sino un Dios que llora con nosotros.
No tenemos que crucificarnos, sino seguir su estilo de vida.
Cada Semana Santa, realmente cada día de nuestras vidas, tenemos grandes e inmensos motivos para celebrar la Resurrección de nuestro precioso Señor y Salvador.
Fueron sus palabras y sus realizaciones las que convirtieron a Jesús en un personaje singular. Hoy es el hombre más analizado y discutido de la historia. El más venerado y el más aborrecido. El más rechazado y el más esperado.
La cruz, como auténtico y efectivo símbolo de esperanza, está ahí, esperándonos siempre.
¿Por qué no se dirige al Señor para abrirle su corazón y suplicarle que lo alivie en su dolor? Puede que acabe llorando, pero, a buen seguro, no se arrepentirá.
Un poema de Alencart que aborda lo que vino después del Gólgota.
Nuestra sociedad tiene, pues, mucho que aprender de la Biblia acerca de cómo brindar apoyo a los afligidos.
Nuestros proyectos, tarde o temprano, se destruyen. Pero el proyecto de Jesús permanece para siempre.
Junto al teólogo José Hutter repasamos la semana de la crucifixión de Jesús, atendiendo a la historia, al contexto de la religión judía, las profecías, los fenómenos astronómicos que se registraron y el alcance universal de lo sucedido en Jerusalén hace casi 2.000 años.
Podía haber decidido alejarse de todo, huir, esconderse y dejar pasar aquella copa. Pero resolvió hacer la voluntad del padre, seguir el camino trazado y derramarse para dar vida.
Al comenzar el Día de las primicias, precisamente en la mañana del domingo, Jesucristo resucita.
En la pasión de Jesús no se da nunca la glorificación del dolor en sí, sino que todo tenía un fin, un propósito, un sentido relacionado con la puesta en marcha de un amor redentor.
El contexto secular es la emancipación de un esclavo, o la liberación de un cautivo. La pregunta es ahora: ¿esclavos y cautivos de qué?
Si ningún placer de la vida puede satisfacernos del todo, puede que estemos hechos para algo más.
El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo.
El musical, con más de 40 millones de espectadores en los últimos 30 años, visita la ciudad esta Semana Santa. “La gente puede conocer la historia de Jesús y entender lo que hizo por nosotros”, explica el director Harold Lee.
El himno está dedicado a cantar a ese Amor que no dejará a los que son Suyos.
Jesús, clavado en el madero, derramó también su sangre carmesí para dar vida abundante a todos sus hijos.
Un poema de Paqui Pérez. (Selecciona Isabel Pavón)
Existe un clamor emergente desde la neortodoxia que personalmente me parece que representa uno de los ataques más sutiles a la autoridad de la Biblia. A diferencia de los embates flagrantes y frontales a los que nos tienen acostumbrados los emergentes, esta ofensiva suena bastante cristiana, piadosamente reflexiva y profunda, y aún fundamental.
Tomar la cruz, siempre se hace a favor de los demás. La extensión de los valores del Reino en el mundo.
Se calcula que fue la mayor pérdida civil americana de vidas humanas por un acto deliberado, hasta los ataques del 11 de septiembre del 2001.
Incluso las cosmovisiones no religiosas plantean puertas en las que la llave es el esfuerzo. Pero en el caso de Jesús, él es quien nos abre la puerta a la salvación.
Un estudio novelado de Lc 5: 1-11 ; Mt 4: 18-22 y Mr 1: 16-20.
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