El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Abigail Castellanos es psicóloga y está sirviendo en la distribución de ayuda entre los afectados por la DANA y en la coordinación de la acogida de voluntarios que llegan para colaborar.
Diaconía España celebró su segunda Gala Solidaria, reconociendo la contribución social de empresas, entidades y personas a los proyectos desarrollados por la ONG evangélica.
Tenemos que hablar de las dos dimensiones que debe tener la espiritualidad cristiana: la vertical y la horizontal.
A veces, la necedad y el egoísmo hace que nos sintamos satisfechos ante la acumulación maldita.
La espiritualidad cristiana se podría definir así: estar aferrados a Dios, al Padre con una de nuestras manos, con nuestro corazón y también estar aferrados en compromiso con el prójimo.
No puede haber auténtica evangelización de espaldas al dolor del prójimo y sin mancharnos las manos en acciones concretas.
Mientras continúan las incógnitas sobre qué supondrá a la práctica la aplicación del acuerdo migratorio de la Unión Europea, las voces de expertos continúan cuestionando el detalle del texto.
El ochenta por ciento del mundo en pobreza conforman un cuadro horroroso que expone en público, ante los ojos de todos, el gran escándalo de la humanidad.
Me refiero a aquellos que han sido victimizados, excluidos, pasados a una especie de reino del no ser y allí han quedado mudos, aunque quizás están transmitiendo toda una teología que yo la llamo muda.
La solidaridad cristiana no debería ver tiempos, ni momentos, ni lugares, sino personas que sufren, a las que hemos de tratar como nuestros prójimos.
El auténtico culto es aquel al que nos presentamos reconciliados con el prójimo por haber practicado la búsqueda de justicia y haber practicado la misericordia.
Un mes después del devastador terremoto sufrido en Turquía y Siria, los evangélicos siguen actuando para ayudar a los damnificados. Conversamos con Marc Madrigal sobre la situación actual, atendiendo también al aspecto emocional y espiritual.
Dios quiera que la celebración de la Navidad nos haya transmitido un mensaje de solidaridad humana y de amor que nos haga soñar y, al despertarnos, podamos salir de nuestros lugares de confort y lanzarnos al mundo para que estos sueños sean reales.
Hay veces que, ante la ausencia de mesones abiertos y acogedores, tienen que meterse papeles de periódicos u otros similares debajo de sus ropas para evitar helarse.
Hoy, los gobernantes en semejanza con el Pilato de los tiempos de Jesús, nos darían palmaditas en la espalda y estarían muy satisfechos de que trabajáramos en la privacidad de nuestros templos.
¡Cuántos, incluidos muchos que se mueven en ámbitos cristianos, se someten al dios dinero, a las fuerzas satánicas de ocupar todo dejando a tantos y a tantos a la intemperie económica!
Vivimos la locura de la eficacia, de las ganancias y el llenar nuestros almacenes con una necedad que no varía mucho de la necedad del rico necio de la parábola.
A pesar del mal existente, la creación sigue alabando a Dios y evidenciando su infinita inteligencia.
Vivir la espiritualidad cristiana debe implicar el comprometernos tanto con Dios como con el prójimo.
Asociaciones como el Instituto Patmos o la Liga Evangélica de Cuba han enviado condolencias por el siniestro en La Habana, ofreciendo sus recursos a los necesitados.
La entidad social evangélica celebró un acto donde se reconoció la labor realizada a favor de las personas más desfavorecidas en estos años.
Gabriel Torrent ha acogido en su casa a trece personas que han huido de la guerra en Ucrania. Once ellas tienen entre 8 y 18 años.
No permitamos que se eleven muros a nuestro alrededor, pues ellos nos harán menos cercanos, más propensos al aislamiento hostil.
El bajar a la arena de la realidad donde se mueven los que están en el no ser de la pobreza y marginación no está entre las prioridades de los buenos samaritanos de hoy en día.
En Haití también nos gusta tener deseos para el nuevo año, por muy imposibles que parezcan.
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