El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Tripp cuenta en el prólogo que su libro nació de una profunda convicción: “El mayor peligro del ministerio no es el fracaso, sino el éxito sin vigilancia”.
— Son todos ustedes un hatajo de inútiles — dijo en tono enfático una feliz mañana dominical a los creyentes bien aseados y vestidos.
La iglesia del Señor no se dirige como si fuera un gobierno de este mundo. La enseñanza en la Palabra de Dios es clara y diáfana.
Nos preguntamos qué camino estamos siguiendo a partir de la respuesta de Jesús a sus discípulos sobre el servicio y la entrega total.
A veces llegamos a vivir absolutamente inmersos en el pecado mientras asistimos a la iglesia o incluso «servimos» a Dios, así que pensamos que estamos un poco mimados por él y nos sentimos especiales.
Solía llorar cuando predicaba. Era extremadamente sensible. En medio de mucha oposición, inició un movimiento de renovación que llevó a muchos a una fe personal y sincera.
En la última cena, Jesús nos ordenó que nos amáramos los unos a los otros, no simplemente como nos amamos a nosotros mismos, sino como él nos ama. Por Mary Ho.
El poeta escribe desde el sosiego, pero sin desatender el hartazgo que generan los ‘hunos y los otros’, sean de donde sean los instalados en la contienda. Mejor ser Siervo, sin banderías.
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