El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Martyn Lloyd-Jones analiza cuidadosamente lo que significa ser cristiano. Un fragmento de “El sermón del monte”, de Martyn Lloyd-Jones (Editorial Peregrino, 2008).
Un fragmento de “Sermones temáticos de escatología y profecía, de John MacArthur (CLIE, octubre 2015).
La perspectiva de la finitud de la vida humana es la principal responsable de la angustia vital que caracteriza a toda persona en lo más profundo de su alma.
La verdadera Iglesia de Jesucristo está siempre preocupada y sufre por la maldad del mundo, vive acongojada ante el dolor que causa tanto pecado y tanta rebeldía a Dios.
La teología de la prosperidad se nos revela como una idolatría religiosa que rebaja a Dios y a Jesucristo para ensalzar al hombre y lo diabólico.
La pobreza sigue siendo un mal contra el que hay que enfrentarse y procurar erradicar.
Una persona es pobre en espíritu cuando no se considera autosuficiente sino que sabe reconocer su necesidad de los demás para vivir.
Las bienaventuranzas se oponen a casi todos los valores convencionales del mundo antiguo, tanto del judío como del griego o el romano, pero también de la sociedad occidental contemporánea.
Si, como decimos, bienaventurado equivale a feliz podemos preguntarnos: ¿somos los cristianos conscientes de nuestra felicidad?
No existe otro pasaje de la Escritura que haya sido tan escudriñado como éste y haya marcado tanto las diversas corrientes teológicas dentro del cristianismo a lo largo de la historia.
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