El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
No contribuyamos a ningún tipo de división que, con pretexto de guardar una unidad “más pura” al final será una falsa unidad creada y basada sobre un espíritu sectario.
El discurso victimista ha hecho de Jones un monstruo, cuando fueron los miembros del Templo del Pueblo los que le convirtieron también en un dios.
Se calcula que fue la mayor pérdida civil americana de vidas humanas por un acto deliberado, hasta los ataques del 11 de septiembre del 2001.
Según la Escritura, si tememos tanto al hombre, es porque tememos tan poco a Dios.
Los miembros del Templo de Pueblo debían haberse dado cuenta que Jones no era Dios, como decía.
Si hemos puesto nuestro corazón en el lugar y la persona equivocada, no habrá más que decepción y muerte.
Si he prolongado esta serie a pesar de no ser tan popular como otras, es porque creo que, si no entendemos la Historia, seguiremos cometiendo los mismos errores.
La astucia y sutileza de este dirigente sectario contrasta con la torpeza que la mayoría de los evangélicos siguen mostrando frente al poder establecido.
Jones había introducido cambios en su mensaje de amor. Ahora predicaba que el amor físico era tan bueno como el espiritual y animaba a sus fieles a desechar el egoísmo de una relación exclusivista.
Todos creemos distinguir bien a las personas, cuando se pone en evidencia su lado oscuro. Lo difícil es percibirlo en uno mismo, cuando nuestras motivaciones nos parecen tan dignas, como la conciencia por la justicia social de Jones.
Mucha falsa enseñanza se puede apoyar en algún versículo. Por decir, hasta la Biblia dice que “no hay Dios”. El problema es que eso lo dice el necio, no Dios.
Hay que considerar la evolución de la visión del sexo que tuvo Berg. Hace falta una perspectiva cronológica para darse cuenta de que una iglesia no se convierte en secta de un día para otro.
¿Por qué Débora y su madre aceptan la humillación de Berg? Se da cuenta que ellas como nosotros, estemos o no en una secta, carecemos de “motivos puros”.
Tenemos que aceptar el diagnóstico de Dios, para poder aceptar su remedio. Y si en Cristo está la salvación, el problema es el pecado.
La divinización de la criatura no es más que otra forma de deificación de uno mismo.
Tanto del Este como del Oeste aumentan los fanatismos y la intolerancia en el seno de las religiones.
Si usted se reconoce como una víctima más de lo que expongo, pida ayuda, salga de ahí y no vuelva, pues nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.
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