El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Barreto pone nuevamente a debate los esfuerzos que las iglesias evangélicas brasileñas han hecho en pro de disminuir la pobreza, especialmente desde el terreno correspondiente al tema, el de la ética social.
El desequilibrio del mundo, el desigual reparto de las riquezas, la acumulación desmedida de bienes, está totalmente en contra de los valores del Reino.
Es conveniente observar la pobreza desde los diferentes marcos mundiales. Quizás así nos concienciaríamos más del gran escándalo que la pobreza es en el mundo.
La crisis medioambiental de esta era es síntoma de una crisis relacional aún más profunda.
Fotografías de Sergio Larraín y poemas de Luis Cruz-Villalobos para conmovernos ante un drama intemporal.
El Maestro no sólo miraba la ostentosa ofrenda, sino que posaba también su mirada divina en el interior de las personas.
Quizás a algunos no les parezca muy serio decir que los que derrochan en vestimentas elegantes, caras y lujosas visten a otros de harapos, pero lo real es que, en general, los acumuladores empobrecen a más de media humanidad.
El informe de la ONG pone el foco en la desigualdad: la distancia entre ricos y pobres aumenta en España. Más de 600.000 hogares no cuenta con ningún ingreso.
“Vivimos una situación de salud crítica”, dice la coordinadora del proyecto de alimentación de Alianza Solidaria en el país. La entidad hace un llamado a colaborar con el proyecto coincidiendo con el #GivingTuesday, un día para pensar en los demás.
Caminemos, pues, dándonos la mano y uno delante del otro, llevando unos las cargas de los otros, y cumpliendo así la ley de Cristo, máxime cuando experimentamos que nadie que haya aliviado el peso de sus semejantes habrá fracasado en este mundo.
El Buen samaritano, no pasaba de largo cuando había alguien tirado en el camino; lo recogía, curaba, le buscaba alojamiento y le aseguraba el mañana.
Hay que romper los esquemas, hay que trastocar los valores del mundo, debemos prepararnos para ser diferentes, para remar en otra dirección, para escandalizar a un mundo cuyos valores están en contracultura con los valores bíblicos.
Llamo con urgencia para redefinir la misión de la Iglesia Cristiana en un mundo predominantemente pobre, despojado, empobrecido.
Ser rico no es inmoral. Serlo sin invertir en lo que vale la pena lo es.
Las iglesias locales sanas y centradas en el evangelio son la manera ordenada por Dios para ministrar en los lugares difíciles.
El evangelio dice que no pongamos nuestra confianza en las cosas materiales donde el orín las pudre.
Dios nos enseña que pocas cosas hay más espirituales que ayudar a los que lo necesitan; que el ayuno que él espera de nosotros es que demos de comer al hambriento. Así de sencillo.
Una cosa es creer en Dios, y otra muy distinta, creerle a Dios.
Hay que tener mucho cuidado para que muchos valores de una sociedad injusta, los valores en contracultura con la Biblia, no se metan por las grietas y resquicios de los muros de nuestras iglesias.
Cuando tomas una decisión difícil a veces puedes explicar los motivos, otras simplemente sabes que tienes que tomarla, por instinto, por la paz que trae, y el tiempo y el Cielo siempre revelarán los motivos.
Los pobres os preguntarán que por qué vais así, por qué vais tan cargados, por qué no queréis ir ligeros de equipaje.
El pastor Ángel Manuel Hernández simuló ser una persona sin recursos para comprobar si existe, o no, aporofobia en la iglesia. El original gesto ha tenido eco en los medios locales de Canarias.
Cuidar nuestro corazón es crear una atmósfera, un terreno saludable para que la Palabra de Dios y Su Espíritu entren y guarden nuestros pensamientos.
La acumulación de riqueza por unos pocos dejará de ser tolerable cuando la acumulación de riqueza no sea aquello para lo que la sociedad entera vive.
Los cristianos debemos sentirnos interpelados en nuestra responsabilidad ante el prójimo viviendo la tensión a que las injusticias sociales y las estructuras de pecado y económicas de poder someten los valores bíblicos.
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