El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Sea como sea nuestro corazón, Dios lo puede transformar de un modo completamente nuevo y maravilloso.
Es imposible comprender los tiempos en que vivimos sin disponer de una visión que sólo puede dar Dios.
Cristo busca a los que no se refugien en las apariencias engañosas y ofrezcan al mundo fruto, no sólo abundante, sino de alta calidad.
La pasión de Jesús por demostrar el tipo de amor que el mundo necesita, impregna cada suspiro de su alma.
El mundo no mide el valor de los principios, sino su éxito.
Los sueños son el carnaval del pensamiento, un laberinto de estados mentales, una danza de desorden.
Los anuncios tienden a convencernos de que debemos gastar nuestro dinero lo más pronto posible, y prácticamente ninguna de la importancia de ahorrar.
Unos dirigentes incultos e impíos pasarán de la demagogia a la tiranía.
¿Puede el hombre lograr por sí mismo semejante limpieza que le conducirá a la visión del Creador?
Dios tiene también un plan futuro para los animales en la Nueva Tierra.
Quien puede subir al monte del Señor y permanecer ante su presencia es aquel que posee las manos limpias y puro el corazón.
No podemos hacer nada ¿seguro? ¿tan débiles somos?
Para mí, lo que está absolutamente claro es que Dios es Grandioso, que habita en los cielos y en la Tierra porque todo es suyo.
¡Felices los que tienen el corazón fluido de ternura!
Nos han desacostumbrado a intervenir, nos han contagiado de dominancia, ni los Protestantes protestamos.
Si alguien me cierra la puerta, no la voy abrir a cabezazos, sino buscaré otras puertas o ventanas.
¿Podemos augurar un próspero Año Nuevo? Sí, si volvemos nuestra mirada al Dios Creador, y sujetos a sus leyes realizamos nuestras vidas, talentos, adelantos y capacidades.
Las verdaderas redenciones nacen humildemente como ocurrió en Belén, pero son las que cambian y mejoran el mundo.
Me pregunto si hemos reconocido, interiorizado y admitido que celebramos las fiestas, fracasados por no entender realmente lo que significa Navidad.
Desarrollaré mi pretendida y moderna parábola de Navidad.
¿A qué calenturienta mente se le ocurre ir a comulgar 240 veces, otros medios de comunicación dicen 242, para guardarse las obleas, con las que después realizar la obra?
Me pregunto si el mal, no es ante todo, una gran ceguera, un cuerpo sin corazón, un alma depravadamente muerta.
Aunque vivimos en días de urgencias nacionales, el gesto de la vecina, me ha producido unos largos minutos de tranquilidad.
La gran sabiduría del Creador, mantuvo en el hombre los cinco sentidos que deben usarse para la mejor vida.
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