El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En nuestros momentos más difíciles las lágrimas nublan nuestros ojos de tal manera, que casi se nos olvida que el Señor sigue a nuestro lado.
Cuántos santos en la antigüedad y en la actualidad han sufrido y sufren duras pruebas en la salud, en sus familias, en la economía y en la persecución y se han mantenido fieles al Señor.
Somos mucho menos racionales de lo que nos gustaría pensar.
Son muchas las ocasiones en las que el Señor nos pone a prueba. Nos vemos enredados en situaciones que nos producen mucho dolor y nos cuesta tomar una decisión correcta.
Hay ocasiones en las que el Señor, por alguna razón nos mete en el horno de fuego ardiendo y ¡calentado siete veces!
Hay tormentas que azotan a la vida de cualquier persona que pueden llegar a ser tan impresionantes como la sucedida en el mar donde se encontraban Jesús y sus discípulos; pero en ese mar él demostró su poder.
Le sometió a toda suerte de pruebas, mientras observaba sus reacciones por ver si procedían de un buen corazón cristiano.
Cuando paso por momentos difíciles, miro a mi Cristo, intento callar y dejo que mi Dios sea quien me defienda.
Un accidente aparatosísimo y extremadamente grave le estaba esperando. El curso de su vida daría un giro inesperado sin previo aviso.
Meditando sobre enriquecimiento espiritual a través de un personaje poco conocido: el joven que huyó desnudo allí en Getsemaní.
Aunque seamos inducidos por las circunstancias a hipotecar el llamamiento divino para salvar nuestra integridad física o emocional, del mismo Dios que nos encomendó y por el que sufrimos llegará la ayuda.
Ser cada vez más semejante a Cristo es el deseo de cada creyente, y es muy alentador saber que Dios tiene el mismo deseo profundo para nosotros.
Las heridas pueden ser una bendición. Todo depende de nuestra reacción a las circunstancias y no sólo la manera de enfrentarlas, sino también cómo las curamos.
Sonrío ante un espléndido regalo que me envuelve en gozo devolviendo claridad al presente que me acoge.
¿Cuál será el método para que se conozca el valor de las personas? Dios es el probador supremo para el corazón humano.
Sé perfectamente que en mi obediencia, saldrá el corderito del matorral, y también que no tengo otro lugar a donde ir.
No se trata de estar en un pánico constante, ni en una sobrevigilancia obsesiva, pero sí de estar atentos, velar y seguir teniendo presente lo frágiles que somos.
Son tiempos de incertidumbre en los que hemos de hacer un esfuerzo en no mirarnos sólo a nosotros mismos y nuestros pesares.
El temido gigante sigue al acecho, pero creo en un Dios soberano.
Después de la pandemia no ocurrirá nada que no esté comenzado a suceder ahora, porque lo que seremos entonces lo dirá cómo vivimos y aprendemos en este momento.
Nos convencemos de que somos poderosos, pero la vida da un giro inesperado que nos trastoca y desordena.
Señor, ayúdanos a dejarnos pasar por el fuego de la prueba, sabiendo que tú cuidas de nosotros.
¿Qué hacemos cuando la vulnerabilidad nos da una bofetada, se adueña de nuestras entrañas y nos fuerza a reconocernos insuficientes, desnudos y desarmados?
Estas circunstancias nos hacen reconsiderar nuestro camino y desafía nuestro orgullo.
El maligno busca hacer que todo sean altibajos sin sentido y que dudemos de nosotros mismos.
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