El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La religión no es consecuencia de una idea que surge en el tiempo. Es un sentimiento sublime, arraigado en la profundidad del alma, envuelto en deslumbrantes resplandores de eternidad.
La iglesia del Señor no se dirige como si fuera un gobierno de este mundo. La enseñanza en la Palabra de Dios es clara y diáfana.
¿De qué tenían que ser limpiados los discípulos? Ellos vinieron a Jesús con su propia forma de pensar y de ser.
Resulta descorazonador tener que enfrentarse con las personas y con las tensiones morales en que nos coloca el terrorismo espiritual en las congregaciones evangélicas.
“Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado” (J.15.3)
A medida que las democracias se debilitan, y está ocurriendo en todas partes, el terrorismo crece en poder.
Medimos la historia de forma lineal y acorde a esta dimensión que llamamos “tiempo”; pero no es así con el Señor que es y trasciende a las dimensiones del tiempo, el espacio y a la misma historia.
Jesús vino para emancipar al creyente de la soberanía del Estado. En esto la Iglesia era revolucionaria.
De Jesús aprendemos que a las personas en su necesidad se las comprende más y mejor desde la compasión y la misericordia que desde el juicio condenatorio.
La libertad del ser humano se apoya sobre una naturaleza cuya necesidad trasciende. No incide en el hombre desde fuera, no depende de las concesiones de la sociedad ni del poder.
La gran mayoría no somos conscientes del trauma, el daño y todas las consecuencias que tienen lugar sobre las víctimas de abusos, violaciones, maltratos.
Vivimos a un paso de la locura. Nuestro mundo diario parece caótico, inconexo y confuso. Se nos han derrumbado los más consistentes sistemas de valores.
Uno de los más grandes privilegios que Dios nos otorga a sus hijos es su Espíritu Santo. No hay otro “espíritu guía” para el cristiano.
El mundo de los libros tiene una antigüedad que se pierde en el tiempo.
No son acciones realizadas como meras “obras de caridad”; tampoco son obras para incrementar el número de “adeptos” a nuestras iglesias, sino obras que nacen de un corazón amante del Jesús de los Evangelios.
La obra de Dios no siempre (solo excepcionalmente) es espectacular y lo más normal es que aparezca en vidas transformadas y obras que benefician al prójimo.
La novela ganadora en la última edición del Premio Planeta, Lejos de Luisiana, es una obra magistral y un fresco histórico sobre la aventura de España en el corazón de Norteamérica.
Poesía religiosa es la que hace patente la corriente interior de hombres y mujeres, su espiritualidad, sus vivencias religiosas, su testimonio de unidad entre lo divino y lo humano hasta llegar a las alturas donde habita el Eterno.
Los planes se construyen a base de pensamientos, igual que un edificio a base de piedras o ladrillos. Pero ¿serán acertados tales planes?
Sin las Sagradas Escrituras jamás podríamos saber nada ni de Dios, ni de Cristo, ni de la gracia de Dios, ni de la fe, ni del sentido y propósito de Dios para nuestras vidas.
Reintegrado a la Venezuela que siempre amó, Rafael Cadenas es creador de una obra densa y estrechamente vinculada al pensamiento filosófico.
En nuestro país hace falta lo que la oración del Padrenuestro nos enseña. El perdón y la reconciliación es una asignatura mucho más que pendiente.
En este trabajo, Carmen Alemany saca a la luz más de 170 escritos que Miguel Hernández produjo en distintas etapas de su corta vida, principalmente de su primera juventud.
A pesar de lo que afirman algunos movimientos, el Nuevo Testamento no fue escrito en el idioma hebreo, sino en el griego ‘koiné’.
El tiempo en la Biblia es la historia de las intervenciones de Dios y el gran regalo de Dios al hombre.
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