El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El artificio literario consigue entrar a las capas más profundas de una mente persecutoria patológica en la persona de un niño trastornado, aun cuando sepamos muy bien que esta fiebre de intolerancia era experimentada por colectividades azuzadas por los peores impulsos asesinos como parte de los conflictos surgidos por diferir en las creencias.
Se hace urgente una iglesia dialogante, porque, como se sabe, el diálogo es el fundamento de la paz.
A los cristianos los humillan en los aeropuertos, donde les registran como si fueran delincuentes o traficantes y les equiparan con terroristas.
Hay ciertas líneas rojas que nuestro compromiso cristiano, evangélico, no nos debería permitir cruzar.
Pronto se fue desencantando de cómo se estaba efectuando el movimiento de Reforma bajo la figura de Calvino.
Ahora, cuando hablar de utopías está pasado de moda, abogo por creer en ellas aunque cueste alcanzarlas.
Acompañar a los que son tolerantes solo en apariencia no va a ser fácil.
Real como la vida misma.
Como prometió, Jesucristo edifica Su iglesia en perfecta unidad con el Padre. Pero la idolatría se filtra en ella para dividirla, apoyada en ilustrados racionalistas y sus obsecuentes discípulos.
Solo el hecho de creer en Dios es un motivo de mofa, de burla, de escarnio público, un signo de pura estupidez.
¿Qué pesa más en la balanza de la injusticia, la perversidad de los malvados o la indiferencia de los buenos?
La Federación Evangélica (Ferede) ha pedido a la Dirección General de Asuntos Religiosos de Catalunya que anule la multa. El Ayuntamiento justifica su decisión en la ordenanza de civismo. La decisión final está en el aire.
Un tribunal de Malasia sienta precedente al confirmar el derecho de todos los ciudadanos a la libertad de religión.
¿Llevará esta tendencia peligrosa a la marginalización social o incluso la ilegalización de ciertas cosmovisiones como la cristiana evangélica, en los próximos años? Algunos expertos opinan que, aunque parezca una paranoia, el riesgo sí está ahí.
La tradición monarcómaca calvinista va a unir, casi desde el primer momento, dos conceptos distintos: libertad de conciencia y derecho de resistencia.
Nuestros políticos poco a poco se dan cuenta de que la cuestión realmente es qué creemos acerca de la diversidad y del papel del Estado en asuntos religiosos.
El islam no es, por definición, una religión tolerante, a no ser cuando le conviene serlo, ya que su meta consiste en imponer la uniformidad religiosa allí donde llega siempre que puede.
La Directiva de Igualdad de Trato que se debatirá próximamente podría obligar a entidades privadas y religiosas a ir contra sus principios.
¿Qué podemos decir acerca de eliminar la tolerancia religiosa para acabar con la violencia?
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