El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El hecho de ver pasar sus prodigios ante nosotros y no darles la relevancia que merecen, hace que olvidemos con torpeza a quien es merecedor de nuestra continua alabanza.
En el papel blanquecino, las letras vestidas de azul comienzan a danzar.
Cuando aprendemos a dar gracias nos volvemos más prestos a ofrecer ayuda, más sensibles a los regalos que cada día recibimos.
Detengámonos para otear el ayer y sentir como a través de los días Dios ha ido transformando nuestras vidas.
Ahora, abrazada a ti, festejo el reencuentro.
Lo guardado me une a un pasado del que no quiero desvincularme.
A veces dudamos de ello, pensamos que está ausente. Pero él no pasa de largo. ¿No lo sientes?
No más golpes. No más insultos. No más gritos, ni vejaciones.
Me es imposible dejar de adorar a quien sabe todo de mí y, aun así, sigue amándome.
El mar, cual enemigo implacable, les siega la existencia ofreciéndoles un beso frío y mortal.
Intentar ser perfectos y no cometer errores es un error en sí.
En toda esa fragosa travesía, Dios le ha enseñado a saber esperar. Le ha mostrado una senda distinta por la que atravesar el valle de sombra.
Necesito el silbo apacible que mitigue mis miedos.
Saramago habla de su infancia con la templanza de quien recuerda los años pasados con añoranza, pero aun así, sabe disfrutar del presente.
El perdón nos libera, nos quita la pesada soga que se ciñe alrededor del cuello ahogando, asfixiándonos, matándonos. Nos redime de una pesada carga.
Difícil asimilar el ocaso para quien creyó ser invencible; absurda pretensión para el ser nacido del barro.
Tengo el deber de mandar al olvido aquello que no merece formar parte de mi vida.
A veces tenemos la necesidad de dar pequeños pasos para conseguir grandes cambios.
Ver poesía en lugares carentes de hermosura es saber mirar con ojos de poeta.
Andar sobre las aguas es saberse amada y confiar plenamente en el autor del amor.
Puede que las preguntas que te haces no tengan una inmediata respuesta, yo sólo quiero que mires a tu alrededor
Agito mis alas despojando de mí el pesimismo, la modorra, vierto al aire un suspiro y sacudo fuertemente mis ilusiones con el deseo de elevarme un palmo de donde estoy.
El poder de lo inmediato pone de manifiesto que al evolucionar perdemos calidad humana.
En ese remanso de armonía, dejas que las manos sabias del Creador acaricien tus temores, atenúen tus inseguridades, calmen el dolor.
Coexistimos en una sociedad de puertas cerradas, con corazones confinados a su rítmico palpitar, endurecidos e incapaces de mostrar interés por cuanto les circunda.
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