El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
No tenemos la suficiente resistencia espiritual. Así, en nuestro mundo y en muchos aspectos, vivimos de forma muy similar a los que no tienen esperanza.
Nunca, hasta ahora, se había publicado un libro tan exhaustivo sobre un tiempo esencial y decisivo en la trayectoria de Dylan como este “Slow train coming. Bob Dylan y la cruz de Jesús”, de Ana Aréjula y Luis Lapuente.
Los radicales de Zúrich perciben con claridad que sus críticas tanto a príncipes católicos como a protestantes, al igual que a sus respectivos teólogos, les acarrearían persecuciones.
Somos nosotros, los cristianos, los que estamos en la fuente, en el manantial que muestra los auténticos valores capaces de restaurar la justicia y la paz en el mundo.
Cuando no entendemos nuestra relación con Dios, a cuya imagen hemos sido creados, creemos que somos autónomos, tanto los seres humanos como el resto de la naturaleza. Buscamos el valor de la Creación en sí misma.
Mientras Lutero desaprobó tajantemente la insurrección campesina, Müntzer lanzó juicios contra los príncipes y sus aliados. Ambos consideraban que estaban respaldados bíblicamente.
La separación y distinción que hoy se hace entre lo secular y lo religioso, no se corresponde con la separación que nuestros antepasados hacían entre lo sagrado y lo profano.
Para él no tenía sentido hablar de salvación sin haber experimentado la realidad del pecado.
No pueden quitarnos nuestra relación con el Señor, ni nuestra salvación, pero sí amargarnos el ánimo e impedirnos disfrutar con él.
La interpretación que hizo Müntzer del cuarto Imperio, Daniel 2:33, 41-43, le llevó a concluir que allí se explicitaba la necesaria unión del poder político y el poder religioso para hacer los cambios.
El desafío del totalitarismo se expresó tanto en la izquierda marxista como en los golpes de Estado que llegarían en los años 70 a países como Chile o Argentina.
Sus tres primeros libros son meras transcripciones de conferencias, editadas por distintas personas. La enorme influencia que tuvo fue personal, no por sus libros.
Müntzer y Grebel buscaron un mundo mejor. Les tocó vivir tiempos de cambios vertiginosos.
La fe cristiana nos compromete con el mundo y con el prójimo apaleado y tirado al lado del camino.
A diferencia de los actuales debates de apologética como espectáculo, Schaeffer no entendía que se podía dar testimonio de la fe sin interesarse por las personas.
La radicalización de Müntzer iba en ascenso y sin punto de retorno. Su fama trascendió.
Debería replantarse la iglesia para ver como puede ser mucho más efectiva en las transformaciones sociales que necesita el mundo.
Era un gran discutidor, pero no agresivo, sino amablemente persuasivo. Trataba de convencerte hasta con lágrimas en los ojos. El interés no era académico, sino sobre la verdad de la vida.
Los evangélicos dicen que hay que respetar a los representantes electos pero “rechazar las posturas de odio y las invectivas”. El RN dice que dará prioridad a la seguridad y a las restricciones a la inmigración.
Coincidían en que la Biblia era la autoridad. Pero su lectura de ella les llevó a interpretaciones distintas, que desembocaron en conductas contrapuestas acerca de cómo trasformar la sociedad.
Observad: Jesús nunca estuvo aferrado al poder temporal.
Historias como la de L´ Abri quedan para los libros sobre “héroes de la fe”.
Los nuevos anabautistas son los converso(a)s que hallaron en el anabautismo principios teológicos identitarios que hicieron suyos y que, además, se esfuerzan en practicarlos.
Creer, siempre implica el compromiso de amor y de acción, el compromiso de trabajar por la justicia en el mundo.
La diferencia para Schaeffer que hace al cristianismo distinto a cualquier otra religión, es que “Dios lo hizo todo”. Siempre acababa mostrando nuestra culpabilidad moral, para anunciar que Cristo murió por nosotros en la cruz.
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