El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Para compartir mi atracción por la literatura navideña en sus variadas tonalidades antes referidas, inicié el primero de diciembre sugerencias de lecturas sobre la temporada.
Solo el Altísimo puede transformar nuestros miedos en bendición y reorientarlos hacia promesas maravillosas.
En pleno siglo XXI sigue habiendo enseñadores que, desde los púlpitos, alientan a celebrar fiestas mundanas; y los por ellos engañados que confunden su complicidad necesaria con tolerancia divina. Esto ya ocurría en Tiatira en el siglo I.
Es verdad que los cristianos gozamos de esa paz que el mundo no da, pero eso no significa que tampoco tengamos que trabajar por la paz en el mundo, por la justicia, por la calma, por el amor por una mayor santidad entre aquellos que creemos.
Hagamos un recorrido por la literatura de habla hispana del siglo pasado, para ver lo que piensan algunos de los autores más importantes sobre Jesús, en un episodio tan concreto como es su nacimiento.
De los personajes de la literatura mundial, el creado por Charles Dickens es uno de los más memorables y arquetípicos de lo que puede sucederle a una persona cuando las circunstancias de la vida le ponen ante una encrucijada definitoria.
Hay veces que, ante la ausencia de mesones abiertos y acogedores, tienen que meterse papeles de periódicos u otros similares debajo de sus ropas para evitar helarse.
Esta historia nos muestra también las inquietudes espirituales de una generación hambrienta de redención.
Si tuviera que escoger a un director de la historia del cine, sería sin duda Hitchcock. Y de toda su inmensa obra, me sigo quedando con Vértigo.
No caigamos en olvidos ni en dar la espalda a las violencias del mundo. Nunca debemos olvidar en Navidad estos otros tipos de violencia.
Samuel Gallegos González, generosamente, grabó el primer capítulo de mi libro más reciente, La eternidad en un pesebre. Escritos de Navidad.
Cuatro semanas de Adviento que impregnan el calendario de esa fuerte expectación mesiánica que marca como todo un reguero bíblico.
El problema por el que Dickens se aleja de la fe ortodoxa, para abrazar el deísmo unitario, es su incapacidad para ver la Providencia de Dios en la vida.
En este primer Domingo de Adviento nos preparamos para celebrar con júbilo el arribo de la luz.
Un manto de soledad y de orfandad puede extenderse sobre el hombre moderno o posmoderno, el hombre que reclama su independencia con respecto a un ser superior que nos ama.
Bono unía la rabia del punk a la compasión de Jesucristo. Tenía el valor de la denuncia profética bíblica, junto a la visión gloriosa de un futuro de esperanza cristiana.
Ofende a Dios la comunidad de fe cuyos miembros introducen en ella hábitos pecaminosos. Los fieles testigos de Jesucristo marchan contracorriente gracias al poder del Evangelio.
A este estilo se le llama divulgativo porque expone conceptos especializados con un lenguaje comprensible.
No hay coronas escatológicas buscadas al margen del compromiso, de la búsqueda de la justicia y de la práctica de la misericordia.
Sus libros de apologética han convencido a muchas personas de la verdad de la fe cristiana, pero su imaginativa prosa ha demostrado también un poder liberador, que nos hace esperar un mundo mejor.
El diálogo implica escuchar al otro(a) y expresarle nuestros pensamientos. Leer es una forma de escuchar lo narrado en una novela o cuento.
El impacto de la vía mística en Lutero y la Reforma es innegable; muchas de las afirmaciones típicamente protestantes fueron influenciadas por esta escuela.
Al Maestro quisieron hacerle rey, pero no en el sentido de una autoridad espiritual, sino en el ámbito del poder temporal.
La paradoja de este libro es que a pesar de todo lo que dice en contra suyo, después de leer la novela, dan ganas de leer la Biblia.
Aprender a pensar es un hábito que se acrecienta lentamente y que, por lo mismo, no halla muchos terrenos de cultivo en la era de la fugacidad.
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