El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
No se puede explicar la vida de Stanley Kubrick (1928-1999) sin esa búsqueda continua de control sobre su obra.
En la obra intenté describir el itinerario que va de la transmisión oral de la Revelación hasta las primeras traducciones de los escritos bíblicos en lengua castellana.
En distintos lugares se ponen en marcha conferencias y cursos específicos para abordar “uno de los asuntos ideológicos más importantes del presente”, explica Francisco Mira.
Tenemos una disociación extrema y brutal entre lo que oramos, cantamos, confesamos, leemos en textos bíblicos y lo que vivimos, los compromisos que asumimos.
El tema es una constante en las historias de Kubrick: un plan de acción supuestamente perfecto, que se echa a perder por errores y circunstancias, que muestran la falibilidad y el destino del ser humano.
Como Lucas, Gabino se dio a la tarea de rescatar testimonios verbales o escritos de hombres y mujeres que se encontraron con Jesús y decidieron seguirle.
Un estudio de Mateo 15:32-39; Marcos 8:1-10.
Los de Sardis estaban muy ocupados en adquirir riquezas y disfrutarlas en vida, más que en velar y orar para no caer en tentación.
Las Nuevas de gran Gozo en las que creen los cristianos, deben actuar como contracultura contra el miedo que sumerge a los hombres en nichos de pesar, de depresión y de angustias mil.
Quien rechaza el concepto bíblico de pecado no sólo no entiende el mundo, sino que tampoco se podrá comprender a sí mismo.
Haber nacido, crecido y estar vivos en este mundo poblado por seres habituados a costumbres y tradiciones pecaminosas hace necesario anunciar la Palabra de Dios.
Las claves secretas hermenéuticas, que sólo unos pocos son capaces de poseer y entender, son contrarias a la normatividad bíblica porque van contra el espíritu de la Revelación.
Dios quiera que la celebración de la Navidad nos haya transmitido un mensaje de solidaridad humana y de amor que nos haga soñar y, al despertarnos, podamos salir de nuestros lugares de confort y lanzarnos al mundo para que estos sueños sean reales.
Psicosis (1969) es la cumbre del terror psicológico. Su clima asfixiante produce tal inquietud que se ha convertido en parte del imaginario colectivo.
Para compartir mi atracción por la literatura navideña en sus variadas tonalidades antes referidas, inicié el primero de diciembre sugerencias de lecturas sobre la temporada.
Solo el Altísimo puede transformar nuestros miedos en bendición y reorientarlos hacia promesas maravillosas.
En pleno siglo XXI sigue habiendo enseñadores que, desde los púlpitos, alientan a celebrar fiestas mundanas; y los por ellos engañados que confunden su complicidad necesaria con tolerancia divina. Esto ya ocurría en Tiatira en el siglo I.
Es verdad que los cristianos gozamos de esa paz que el mundo no da, pero eso no significa que tampoco tengamos que trabajar por la paz en el mundo, por la justicia, por la calma, por el amor por una mayor santidad entre aquellos que creemos.
Hagamos un recorrido por la literatura de habla hispana del siglo pasado, para ver lo que piensan algunos de los autores más importantes sobre Jesús, en un episodio tan concreto como es su nacimiento.
De los personajes de la literatura mundial, el creado por Charles Dickens es uno de los más memorables y arquetípicos de lo que puede sucederle a una persona cuando las circunstancias de la vida le ponen ante una encrucijada definitoria.
Hay veces que, ante la ausencia de mesones abiertos y acogedores, tienen que meterse papeles de periódicos u otros similares debajo de sus ropas para evitar helarse.
Esta historia nos muestra también las inquietudes espirituales de una generación hambrienta de redención.
Si tuviera que escoger a un director de la historia del cine, sería sin duda Hitchcock. Y de toda su inmensa obra, me sigo quedando con Vértigo.
No caigamos en olvidos ni en dar la espalda a las violencias del mundo. Nunca debemos olvidar en Navidad estos otros tipos de violencia.
Samuel Gallegos González, generosamente, grabó el primer capítulo de mi libro más reciente, La eternidad en un pesebre. Escritos de Navidad.
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