El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Al valorar el mal, siempre nos ubicamos en la posición del juez que observa lo que está ocurriendo delante de él. Nuestro problema es que, por nosotros mismos, nuestros criterios son siempre defectuosos.
Una crítica de El mal no existe, de Ryûsuke Hamaguchi (2023).
Contra todo pronóstico, David escogió ser fiel a sus principios, dejando que fuera Dios directamente quien se las entendiera con su enemigo.
El perverso se toma todo el trabajo necesario para encontrar la mejor manera de efectuar su malévola tarea, no escatimando tiempo ni dedicación.
El ser humano en su maldad es el que, poco a poco, va tejiendo la red en la que él mismo, tarde o temprano caerá.
El buen anciano desterrado tenía un hijo que envió a aquel mundo para vencerlo y deshacer las obras del ilegal.
Hay mucha amabilidad en la maldad. Demasiada. Tanta, que su misma abundancia la delata.
Los mosquitos son responsables de unas 750.000 muertes de personas al año, cumplen a la perfección su función en el mantenimiento del equilibrio natural. .
Cuando lo cuantitativo y cualitativo de la maldad se dilata en el tiempo y echa raíces profundas, entonces la maldad ha llegado a su apogeo.
No se puede aprobar lo que hace el malo, sin al mismo tiempo reprobar lo que hace el justo. Lo primero desemboca en lo segundo.
El tema es una constante en las historias de Kubrick: un plan de acción supuestamente perfecto, que se echa a perder por errores y circunstancias, que muestran la falibilidad y el destino del ser humano.
Las pequeñas cosas revelan lo que está en nuestro corazón, y es ahí donde se encuentra el mal, y no tanto en el exterior. Jesús lidia con ello, y el cine y la música ahondan en este conflicto.
Aunque la maldad temporalmente se salga con la suya, su derrota final está sellada.
El acto moral bueno, reiterado, crea una tendencia a lo bueno, mientras que el acto moral malo, la crea hacia lo malo.
A veces se subestima el concepto de pecado y se trata como algo demasiado general y abstracto, perdiendo así un amplio espectro de matices.
La sonda de Dios descubre el pecado en ojos, corazón y pensamientos, de manera que su dictamen es: la maldad está en el interior.
La tormenta del malo durará lo que está estipulado que dure. Quien permanece es el justo, por la poderosa razón de que su fundamento es inamovible.
La fe era para ella un deseo de escapar de sí misma. ¿Quién no ha querido escapar de sí mismo?
En la Biblia encontramos varios casos en los que distintos personajes se mueven con el propósito de destruir a quien consideran su adversario.
Cuando la culpa de otros se coloca sobre los hombros de quien señala el pecado.
Estamos construyendo una sociedad basada en la apariencia, en la que los “buenos modales” muchas veces son la mejor distinción de un ladrón.
El mal moral es una realidad más siniestra todavía, estando compuesto de dos elementos, dos átomos, por así decirlo, como son la maldad y el daño.
Dios no quiso crear máquinas parlantes sin sentimientos ni libre albedrío, sino que asumió el riesgo de formar personas libres para amar, odiar o pecar.
Hitchcock evita todo reduccionismo al enfrentarse al misterio del mal. No hay duda de que, para él, “todos los hombres son potencialmente homicidas”.
Antiguamente la maldad se escondía, porque había cierto sentido de vergüenza, salvo en las ocasiones lúdicas populares; pero ahora la maldad se exhibe.
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