Claro que existe gozo, alegría, prosperidad en el más amplio sentido de la palabra; pero muchos se olvidan que la vida cristiana es una lucha continua.

¿Hay un llanto que nos renueve y que nos motive a la acción, a la denuncia contra toda opresión y a la búsqueda de justicia? 

Si Cristo lloró tanto, ¿por qué el hombre ha dejado de llorar?

 

Quizás los que ahora lloran, serán los que finalmente van a poder reír con una risa liberadora y sana.

Jesús llora al ver la tristeza de sus amigos. Nuestras lágrimas conmueven el corazón de Dios.

La duda también es aceptada por el Padre, lo inaceptable es arremeter contra Él en un continuado estado de vacilación.

Esta humanidad nuestra, esta carne que nos mantiene unidos a la carne hace que seamos presos de sentimientos y lloramos por aquellos que se marchan.

¿Por qué no se dirige al Señor para abrirle su corazón y suplicarle que lo alivie en su dolor? Puede que acabe llorando, pero, a buen seguro, no se arrepentirá.

En nuestros días se da mucho crédito a la sabiduría popular de nuestro rico refranero. Sin embargo, los refranes proclaman verdades engañosas.

La perspectiva de la finitud de la vida humana es la principal responsable de la angustia vital que caracteriza a toda persona en lo más profundo de su alma.

¿Cómo vivimos los cristianos este dolor espiritual por el mundo? ¿Será quizás que no influimos más en la sociedad porque nuestra vida no es como debiera ser?

He de aguardar, esperar a que pase esta llovizna y pueda así recoger el fruto de mi dolor.

La imagen de la lágrima vista al microscopio cambia mucho según su causa: las lágrimas lubricantes, las de la respuesta física y las que responden a un sentimiento.

Son muchas las veces que tenemos que atravesar por valles de lágrimas profundos y oscuros y le hacemos al Señor miles de preguntas.

Si Dios hablaba a través de sus profetas, ¿es, quizás, que también llora a través de ellos?

Sentir con lágrimas lo que el otro siente en este día es sentirse humano sin remedio.

Ser vulnerable es sano para el espíritu, te llevará hacia otra manera de ser más humana.

Lo que la famosa canción decía de que “algo se muere en el alma cuando un amigo se va” se ha convertido en tópico de tanto usarlo, en una frase casi sin sentido por tanto abusar de ella, pero sigue siendo, qué duda cabe, una gran verdad al margen de todo esto. De eso se da uno cuenta cuando vive la pérdida del amigo en primera persona, aún cuando sea en la distancia, como es mi caso hoy.

Juan José Cortés e Irene Suárez, padres de la niña Mari Luz, se han desplazado en la mañana del pasado jueves 29 de enero a Sevilla para visitar a la familia de la joven de 17 años Marta del Castillo, desaparecida desde el pasado sábado, para darles ánimo y orientarles. “No es tiempo de llorar; es tiempo de buscar”, les han dicho como fruto de su experiencia.

Tiempo para todo (III)

Teniendo en cuenta que estamos prácticamente en los inicios de un nuevo año me he decidido a comentar para Protestante Digital los versículos 1 al 8 del tercer capítulo de Eclesiastés, con lecciones rotundas sobre el tiempo.