El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Él todavía se sigue preguntando “¿qué ha podido fallar? Obedecí al pie de la letra el aserto bíblico “no juzguéis y no seréis juzgados”.
Las grandes guerras, los conflictos internacionales, la sensación homogénea del mal extendido por todo el planeta, en realidad comienza en lo cercano de un pequeño pueblo y en lo íntimo de nuestros corazones.
El escudero y ahora gobernador se asemeja a Salomón, tercer rey de Israel, quien gobernaba a su pueblo y por extensión ejercía las funciones judiciales como Rey que juzgaba.
Aunque hay cosas que tal vez no se curen, mi Dios tiene poder, amor y compasión, y me gustaría llevar a las personas a una relación íntima y personal con Él.
Juzgarse a uno mismo necesariamente supone un juicio torcido ya de antemano, es decir, un pre-juicio, porque nadie se va a aplicar a sí mismo una norma que le perjudique.
La entrada del pecado en el mundo complica el cumplimiento de lo que se ha denominado “mandato cultural”, pero no lo imposibilita ni lo invalida.
El traspiés se produce, casi sin darnos cuenta, cuando empezamos a pensar que nosotros mismos, de ser Dios, haríamos las cosas de otra manera.
Al enfocar los defectos ajenos con la lente de mi altivez, veo con claridad esas máculas que cubren las vestiduras de otros.
Si hay una demostración evidente de que la vieja y seductora promesa de la serpiente, ‘seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal’, se ha hecho realidad, es esta irreprimible propensión judicial que tenemos.
El vendrá, sin ninguna duda, lo ha prometido. La pregunta es ¿qué encontrará cuando lo haga?
Hay diques absolutos que deben ser establecidos, so pena de entrar en un estado de confusión que no puede llevar sino al desastre.
A estas alturas de la vida poco espero de la justicia de este mundo, pero me doy cuenta de que la fuerza del prejuicio es tal, que de nada sirven los argumentos.
¿Se parece mi amor en algo al de Dios, o es pura hipocresía?
Dios nos hizo a todos iguales, y nos ama a todos de la misma manera.
La insensatez no es una deficiencia mental sino moral; no se trata de un mal cerebral o neuronal sino espiritual.
Para Judee, la única verdad que sobrevive todo el vacío es lo que su hombre tiene que decir sobre el amor.
Nada ni nadie merece el sufrimiento que suscita el fuego-crítica.
Gracias Dios, por la multiforme riqueza de tu pueblo.
Ellos que rechazan públicamente la ley del talión son quienes mejor la aplican; y, como ellos mismos reconocen, si damos por bueno el “ojo por ojo y diente por diente”, pronto nos quedaremos todos ciegos y sin dentadura.
Un nuevo cuento de Antonio Cárdenas.
¡Nadie sabe lo bueno que tiene hasta que lo pierde! Mejor dicho: Todos sabían lo que tenían ¡pero no pensaron que podían perderlo!
Una vez más Dios me dio una lección de humildad. Me mostró que el exterior no define a la persona y aunque es una lección que ya debía tener más que aprendida, mi naturaleza humana me sigue llevando a tomarme la libertad de prejuzgar.
Quiero ejercer mi derecho a escuchar a todos y no ir más allá de lo que me dicen de una manera sencilla y sincera.
Ana se postró enteramente ante el Dios de su vida, y sin dejar de llorar y de hablar en silencio, hizo su petición.
Quiero ser liberada de este azote cruel, quiero ser verdaderamente libre.
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