El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El Evangelio de Jesús no solo era anuncio, sino que casaba con la denuncia de las estructuras sociales injustas en donde reina la acumulación de riquezas.
Anuncio y denuncia. No eran dos fases encontradas, sino complementarias en Jesús en su evangelización del mundo.
Desde su labor docente y como escritor, Escobar ahonda en cómo la misión evangélica implica necesariamente abordar las injusticias.
Que los evangélicos podamos ser ejemplo de compromiso con el mundo dentro de la ciudad interreligiosa siguiendo los pasos de Jesús.
¿Cuántos cristianos hay hoy en nuestro planeta tierra que, a pesar de los medios de comunicación de todo tipo, pueden decir que son ignorantes de las situaciones de injusticia y opresión en el mundo?
Vaughan Roberts recordó que la verdad bíblica sobre la sexualidad es “una buena noticia”. Otros grandes desafíos contemporáneos -desigualdad social, pobreza o cambio climático- fueron abordados en el primer día completo en Lausana 4, en Corea del Sur.
Además del mensaje inmutable tiene que haber gestos y servicios, respuestas a interrogantes y comprensiones de situaciones y de sufrimientos, imposibles de poder comprender fuera del diálogo con el mundo.
Hay mucho que aprender de la historia de la Iglesia primitiva. La actitud hacia las mujeres y los enfermos son dos ejemplos que dicen mucho de lo que el Evangelio puede conseguir en una situación histórica concreta. Por Olof Edsinger.
Si la fe, como diría el apóstol Pablo, actúa por el amor, la verdad cristiana debe estar encarnada en la historia, en el mundo, en el concepto de projimidad.
El culto está condicionado por la búsqueda de la misericordia y el hacer justicia, así como por la práctica de una acción social evangelizadora y liberadora.
Debemos confrontar la injusticia del presente con las armas del Evangelio. Si no incluyen la cruz y el seguimiento, los otros remedios no serán la liberación que imaginamos.
Somos nosotros, los cristianos, los que estamos en la fuente, en el manantial que muestra los auténticos valores capaces de restaurar la justicia y la paz en el mundo.
Los libros acompañan a Samuel Escobar, dándole una formación que se nutre asimismo con uno de sus mentores, Alejandro Clifford.
La fe cristiana nos compromete con el mundo y con el prójimo apaleado y tirado al lado del camino.
No puede haber auténtica evangelización de espaldas al dolor del prójimo y sin mancharnos las manos en acciones concretas.
¡Cuánto se necesita en el mundo de cristianos impregnados de los valores bíblicos, de los valores del Reino!
¿Sabemos bien lo que implica el concepto de projimidad, el amor al prójimo que debe estar en relación de semejanza con el propio amor a Dios?
Debemos evaluar cuál y cómo debe ser nuestra presencia evangélica en un mundo injusto, un mundo que también necesita de nuestros valores, los valores del Reino.
El cristianismo debe de tener en cuenta el concepto de projimidad que nos dejó Jesús. Esto no llevaría a tener en cuenta nuestra función social en todo lo relacionado con el prójimo que sufre.
El silencio cómplice que, quizás, atrona al mundo debe saltar hecho pedazos con la voz solidaria de los creyentes del mundo.
¿Tiene vigencia hoy esta frase de Dios a través del profeta Isaías: “El despojo del pobre está en vuestras casas” (Isaías 3:14)
El ochenta por ciento del mundo en pobreza conforman un cuadro horroroso que expone en público, ante los ojos de todos, el gran escándalo de la humanidad.
Me refiero a aquellos que han sido victimizados, excluidos, pasados a una especie de reino del no ser y allí han quedado mudos, aunque quizás están transmitiendo toda una teología que yo la llamo muda.
Dios se ve atraído por los pobres, los marginados y los indeseados de este mundo.
Lo que Keller intentó hacer en la iglesia del Redentor de Nueva York es lo que Conn buscaba: una iglesia que predique sistemáticamente el Evangelio en la gran ciudad, por medio de la exposición bíblica y el anuncio de justicia para el pobre, unido a obras de misericordia.
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