El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Jonathan Edwards no solamente es considerado el teólogo más importante del continente americano, sino también una de sus mentes más brillantes.
La masacre del día de San Bartolomé puso fin a la esperanza de los hugonotes de convertir a Francia en un reino protestante.
Llegó a ser uno de los cuatro reformadores más influyentes del mundo después de Lutero, Calvino y Zuinglio. Su nombre es John Knox.
No siempre se recuerda a aquellos que, mucho tiempo antes del comienzo de la Reforma, descubrieron el evangelio en medio de las tinieblas.
Llull fue el primer misionero que intentó alcanzar a los musulmanes del que se tiene conocimiento. Pero su “cruzada” no fue con armas y caballos.
Cirilo inventa algo que cambiaría profundamente la vida cultural de los eslavos: desarrolla un alfabeto.
Siendo niño aún, llegaron unos monjes itinerantes a casa de los padres de Bonifacio. Impresionado por sus palabras tomó una decisión: de mayor quería ser como ellos.
La vida y la obra de Columbano son un testimonio del poder de una vida completamente consagrada a Jesús con una clara misión centrada en Cristo.
Mónica solía orar regularmente por su esposo y sus hijos, y tuvo el privilegio de ver que sus oraciones se vieran cumplidas.
La inspiración conlleva la autoridad, la cual a su vez conlleva afirmaciones respecto a la verdad. La doctrina específica que trata este tema se llama “la inerrancia” y es el tema de este libro.
Atanasio no fue un personaje de trato fácil. Pero su contribución para establecer doctrinas que hoy nos parecen de las más esenciales es fundamental.
La historia no es solamente lo que ha pasado sino también algo que sigue vivo porque nos afecta hasta el día de hoy.
Este mundo necesita personas motivadas, con una visión y una misión. Gente que no tema a nada ni a nadie y que no esté paralizada por la indiferencia y el cinismo.
La fe cristiana y el mensaje eterno del evangelio tienen relevancia para todos los tiempos y en todos los sitios.
En nuestra sociedad actual, decir la verdad requiere valor y no sale gratis. Pero hay cosas por las cuales vale la pena luchar.
En medio de las tormentas de esta vida la bendita esperanza de la resurrección se vive con una intensidad particular.
Estamos en la recta final de una Europa que se ha condenado a sí misma a la muerte.
Al inicio del siglo XXI se abre una nueva posibilidad de emigración: las ciudades privadas libres.
Lo que han inventado debería alegrar a cualquiera que cree en la justicia, la honestidad y la igualdad de oportunidades para todo el mundo.
La clave es coger las cosas buenas y no rechazarlas, con el valor, el coraje suficiente y la visión para usarlas para la gloria de Dios.
¿Qué necesitará la gente en una crisis como la que va a venir? Tu respuesta te guiará en el camino que debes emprender.
Nuestra apreciación de lo que viene decide nuestras acciones en el presente.
¿Qué visión tenemos del resto de nuestra vida? Y ¿qué herencia vamos a dejar para nuestros hijos y generaciones futuras?
Los cristianos deberíamos ser los primeros en interesarnos por la investigación científica, por el aprendizaje continuo y por superarnos día a día, para la gloria de Dios y nuestro propio bien.
Estamos ya en medio de uno de estos cambios de época que cambiarán este mundo profundamente. Pero cada crisis es una oportunidad.
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