El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Él decía que invitar al Señor a morar en nuestro interior, bien por primera vez o en miles de sucesivas ocasiones de otro modo, era como invitar a alguien a nuestra propia casa.
Doy gracias por la Esperanza de un más allá, pero que ya hemos empezado a disfrutar en el más acá.
Hay que romper los esquemas, hay que trastocar los valores del mundo, debemos prepararnos para ser diferentes, para remar en otra dirección, para escandalizar a un mundo cuyos valores están en contracultura con los valores bíblicos.
Los cabellos enjugan los pies del Rey de Reyes. Un murmullo se cierne entre los asistentes, palabras ahogadas entre el clamor de un corazón agradecido.
La hospitalidad es un mandato divino, pero que en los días en los que vivimos parece haberse olvidado más que nunca.
¿Hay que ser un experto para conectar con los refugiados que viven en tu ciudad? ¿Qué pasos sencillos se pueden dar? Robert Strong (OM Holanda) explica cómo su iglesia empezó a ofrecer café y juegos de mesa.
Llegó el día y la puerta se abrió, pero los invitados, reacios a entrar, desaparecieron. No estaban acostumbrados a ver paisajes nuevos, no sabían abrir sus mentes a lo desconocido.
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