El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Un llamado a sentir, cargar y sanar en tiempos de corazones cansados.
Una de las pruebas del verdadero amor es la herida. Ahora bien, hay que distinguir entre herida y herida.
El dolor del alma nos va destruyendo poco a poco, casi sin darnos cuenta.
En la zona este de la región de Ática, cerca de Atenas, las casas y los coches están destruidos. Multitudes de personas se han reunido junto al mar para escapar de las llamas. Otros países europeos están enviando helicópteros y bomberos.
Somos individualistas insolidarios cuando respiramos exclusivamente por nuestra propia herida.
¿Será que presentamos el Evangelio de la gracia y nos olvidamos del Evangelio de la misericordia?
Hay que atacar los fundamentos y las raíces de la injusticia social, del robo de bienes y de dignidad que se hace contra más de media humanidad.
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