El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En tanto que Apolo personificaba el amor romántico, sentimental, Eros representaba el amor carnal, la atracción sexual.
En la mitología griega Ares está considerado el dios de la guerra. Su figura también implica la materialización de la fuerza bruta y de la violencia.
Escriben los poetas: el nicaragüense Rubén Darío: “bendigamos la risa, porque ella libra al mundo de la noche”. Nuestro Miguel Hernández: “sonriamos, doremos la luz de cada día en esta alegre y triste vanidad de estar vivo”
El principal mito de Deméter es el rapto de su hija Perséfone.
La mitología puede parecer inexplicable y extravagante, pero es así, no hay más, está reñida con la razón, es eso, mito puro.
Entre los dioses del Olimpo, Hera estaba considerada como celosa, vengativa y agresiva.
La leyenda incorpora a su biografía multitud de funciones importantes y lo considera como una de las doce principales deidades del Olimpo, añadiendo que dioses y mortales por igual acudían a él en momentos críticos de necesidad.
Estos extraños dioses no sabían o no querían saber nada de sentimientos nobles ni de perdón. Sin haber leído a Moisés practicaban el ojo por ojo, diente por diente.
Muchos pueblos indoeuropeos tienen una figura divina que más o menos corresponde a Zeus, como Dyaus en India, Júpiter en Italia o Tiwar entre los germánicos.
Dijo Cervantes que si los celos son señales de amor, es como la calentura en el hombre enfermo, que el tenerla es señal de tener vida, pero vida enferma y mal dispuesta.
El amor. Siempre el amor, incluso en vidas turbulentas y en horas de angustia, como la que tocó vivir a Electra.
En Atenea se da el bien y el mal; la nobleza y la venganza; la protección y la destrucción; la misericordia y el crimen.
Todos los grandes maestros de la literatura universal han escrito millones de palabras para ilustrarnos sobre la estrecha relación que existe entre el amor y la muerte.
Una máxima árabe dice: “demuestra a tu padre cuánto lo amas, no esperes a que muera”. Así fue el amor de Eneas hacia el padre que lo engendró.
Confundir amor con sexo es una de las grandes tragedias que está padeciendo este siglo XXI.
Oscura en su misteriosa grandeza, la figura de Prometeo ha sido admirada a través de los siglos y ha inspirado a músicos, dramaturgos y poetas tales como Dante, Milton, Byron, Goethe y otros muchos.
Penélope ha quedado en la historia y en el arte como heroína de una sociedad ideal, representante femenina de la astucia, la lealtad y la tenacidad.
¿Puede amarse a más de una mujer? ¿Puede partirse el corazón en tantos pedacitos? Deseo no es amor. Sexo no es amor. Aventura de cama no es amor.
Desde aquellos lejanos tiempos mitológicos hasta el día de hoy, generaciones de lectores han quedado magnetizados con la historia de un hombre que por amor estuvo dispuesto a descender a los infiernos.
El mito de Isis y Osiris es el más elaborado e influyente en la mitología del Antiguo Egipto. Cuenta una historia de asesinato, amor, abnegación femenina y reconstrucción de la carne.
La pareja que llega a ser dos en una carne tiene un solo y mismo concepto de Dios, profesa una misma fe y sus prácticas espirituales son idénticas
La pareja ideal está enlazada por un triple lazo: Mentes unidas, cuerpos hermanados, almas fusionadas en un mismo sentir.
Dos personas que se sientan unidas por el amor vivirán en un lugar de más santidad que el interior de cualquier templo religioso.
El amor puede acabar cuando las grietas del tiempo van abriendo también grietas en el alma. Cuando carece de inspiración divina y se reduce a las mismas condiciones que la materia perecedera
«Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos»(Cantar de los Cantares 8:7).
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