El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La abrumadora evidencia de diseño en la naturaleza, está siendo un factor determinante para convencer a muchas personas de la existencia de Dios.
Un apologista cristiano tiene, como primer paso, que estar al tanto de los conocimientos del campo en el que quiere debatir.
Es urgente replantearse qué es la inteligencia, quién la tiene por derecho propio y cómo la recibe quien no la tiene.
Nuestra experiencia humana nos sugiere que la creación de información está siempre relacionada con la actividad de la conciencia inteligente.
La naturaleza es como una inmensa enciclopedia de diseños minúsculos que a veces pasan desapercibidos.
Efraim Tendero, secretario general de la Alianza Evangélica Mundial, se interesa por la opinión de los latinos con respecto a asuntos como ecumenismo, cobeligerancia o participación en la vida pública.
La gracia común proporciona una base estable para la cobeligerancia, aunque esta actividad no es sencilla y requiere de reflexión, discernimiento y sabiduría.
Una cosa es ocuparse juntos en las áreas de interés común en la comunidad, pero es una cuestión totalmente diferente participar en la misión común y el evangelismo.
La ciencia es posible porque el cosmos es creación inteligente y el ser humano criatura hecha a imagen y semejanza del Creador.
Una revista científica se retracta de la publicación de un artículo que afirmaba que en la mano humana se percibía “el diseño del Creador”. El científico Antoine Bret nos da su opinión.
Tiene un cociente intelectual de 162, y supera a genios como los científicos Einstein o Stephen Hawking. Vive en una caravana y quiere ser médico.
El desarrollo de armas autónomas a partir de la Inteligencia Artificial debería ser “prohibido”, propone una carta que apoyan figuras como Stephen Hawking, Elon Musk o Noam Chomsky.
Hasta ahora Michael Behe ha sabido responder adecuadamente todas las críticas que se le han formulado y sigue manteniendo su postura.
Thaxton empleó por primera vez, en 1988, la expresión “diseño inteligente” para referirse a la idea de que el origen de la vida sólo podía entenderse adecuadamente apelando a una inteligencia previa.
La máquina, desarrollada por científicos de una Universidad china, fue capaz de completar la prueba antes que los usuarios y con mejores resultados.
Las fuerzas de la naturaleza no pueden explicar el origen del fototropismo ni de las propias plantas.
Los argumentos de antaño contra el diseño de los seres vivos no pueden ser empleados hoy con propiedad contra la teoría científica del diseño inteligente.
La probabilidad de obtener por casualidad una sencilla proteína de tan sólo cien aminoácidos es exactamente una entre veinte elevado a cien.
“No hay absolutamente ningún problema en combinar una carrera científica con ser creyente”, dice el paleontólogo inglés Simon Conway- Morris.
Muchos interrogantes planteados por disciplinas como la bioquímica, citología, genética o incluso paleontología, para los cuales el paradigma darwinista carece de soluciones satisfactorias, hallan explicación en la teoría del diseño.
La historia de la ciencia es pródiga en ejemplos de flagrantes injusticias cometidas por los científicos dominantes contra aquellos que sostenían teorías contrarias.
El Diseño inteligente, a diferencia del creacionismo científico, no pretende responder a la cuestión de quién es la inteligencia diseñadora o de dónde sacó la energía necesaria para diseñar el universo.
Ni la fe ni el ateísmo dependen de la inteligencia humana. Pese a la idea que difunde el lobby ateo-materialista, todo indica que no hay relación alguna entre religión e inteligencia.
“El desarrollo de una completa inteligencia artificial podría traducirse en el fin de la raza humana” opina el físico Stephen Hawking.
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