El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Qué sutilmente se nos acomoda la desmemoria y frente al abismo seguimos presos de las preguntas.
Dios también es el Señor de los que pierden; él es también nuestro consuelo cuando todo parece ir mal.
Jesús no sólo es absolutamente competente para transformar nuestra existencia, sino que nos regala una vida que jamás se termina.
Existe un premio para los animadores, y es el de alegrarse sinceramente por los éxitos de los demás.
A pesar de haberle puesto nombre, no se trata de una patología, sino de un proceso que lo pasan muchas personas de modo similar, y que siguiendo unas pautas sencillas podemos pasarlo más rápido y mejor.
Pues sí, quiero que sepas que no estás solo. Yo también me aburro en la iglesia. A mí también se me hace cuesta arriba obligarme a asistir fielmente todos los domingos al culto. Cada semana me digo a mí mismo que esta vez será diferente.
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