El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Suelo cruzarme con muchos (ex) cristianos apagados. Su falta de sed les ha despojado de la riqueza que poseían en su interior… si yo perdiera el hilo con Jesús, me sucedería lo mismo…
Ya es la tercera vez que meto mi cara dentro de una telaraña… ¿Pero qué pasa en este bosque? Okey, es verdad, ayer no he venido a mi camino de oración. Pero ¿cómo han podido tejer esas chupasangre todo eso en tan poco tiempo?
Gran recepción, mesas reservadas, música brasileña, bailarines recién salidos de una revista de culturismo agitándose a nuestro alrededor y 400 invitados distinguidos ¡guau! Me quedo con la boca abierta.
Es por la mañana, durante mi paseo por el bosque aviso a dos paseantes que tienen la desgracia de venir en sentido opuesto: ¡Tengan cuidado! He descargado un montón de residuos por el camino! ¡Sobre todo no metan dentro sus pies!.
Mi corazón se ilumina cuando reconozco a mi hijo pequeño… Sin que necesite decirme nada, ya he leído en su rostro que algo va mal.
Esta noche (tipo medianoche), me paseo charlando al mismo tiempo con el Señor, cuando de repente, en una calle sombría, distingo una forma oscura justo en medio del camino. Me acerco y, para mi gran asombro, encuentro un hombre rondando los sesenta tendido en el suelo.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.