El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La ahora también fallecida Paloma Chamorro le definió una vez como “un artista del sur dado al orientalismo, inmerso en una especie de sincretismo religioso, al que le gusta proceder por símbolos y alegorías”.
Algunos seguimos rogando a Dios por Bob, para que encuentre la paz que todavía no ha encontrado.
Si entendemos con Stott que “la fe evangélica no es nada más que la fe cristiana histórica”, el movimiento evangélico es un lugar de encuentro y no de separación.
La vida de Stott es un testimonio de cómo más allá de nuestro carácter, Dios nos puede moldear por su Espíritu, para ser útiles a Su servicio, como instrumentos de Su Gracia.
Si Stott fue uno de los principales representantes del cristianismo evangélico del siglo pasado, no era por una agenda social o política, sino por su pasión por el Evangelio.
Nunca le gustaba exhibir su espiritualidad, pero tampoco hacer publicidad de sus actos de caridad. Por eso, hasta que su biógrafo no leyó su diario, nadie conocía la historia de cómo el pastor desapareció unos días para hacerse vagabundo.
John Stott no fue a All Souls deliberadamente. Era su iglesia de toda la vida. Volvía al lugar donde se había criado.
La fe cristiana y el mensaje eterno del evangelio tienen relevancia para todos los tiempos y en todos los sitios.
El protestantismo en que me he criado era fundamentalista o liberal. No había término medio. Stott me enseñó, sin embargo, que había una “tercera vía”.
Stott aprendió de Bash que la evangelización nunca debe ser manipuladora. En su estilo de campamentos se evitaba la presión por lograr una respuesta emocional al Evangelio, que en el caso de adolescentes no suele tener un efecto duradero.
Si de los humildes es el Reino de los Cielos y los mansos heredarán la tierra (Mateo 5:5), Patrocinio mostraba con su mansedumbre y humildad ser un seguidor de Jesús en lo único que podemos imitarlo.
La objeción de conciencia del “tío John” mientras su padre estaba en el cuerpo militar de sanidad, rodeado por los nazis en Dunquerque, le llevó a una incomprensión y ruptura, por la que no tuvieron ninguna relación durante muchos años.
La NASA está alimentando falsas esperanzas en la opinión pública acerca de encontrar vida microscópica en Marte.
Hablando de su vida antes de conocer a Cristo, Stott decía que “no podía entender por qué estaba envuelto en una neblina y no podía acercarme a Dios. Parecía remoto y distante. Ahora sé la razón. Dios no era responsable de esa nube, sino yo.”
Donde es más apelante la intertextualidad de Zurita con el mensaje cristiano es cuando asocia lo sucedido con los desaparecidos por la dictadura de Pinochet con la figura de Cristo.
Cansado de los predicadores de moda en Estados Unidos y del fanatismo político de un movimiento evangélico cada vez más extremista, siento nostalgia de aquel “cristianismo histórico” del que hablaba Stott.
Aunque sólo hicieron música durante cinco años, el carismático y autodestructivo Morrison logró forjar una leyenda a partir de su misteriosa muerte.
En su primer trabajo discográfico, Denis Suárez se acerca a diversos pasajes bíblicos desde el jazz moderno.
El más singular columnista del tardofranquismo y la transición sigue siendo un misterio. Después de escribir miles de artículos, no se sabía cómo se llamaba en realidad, ni cuándo había nacido.
Se estrena el cortometraje sobre la vida de ‘Dólar One’, reconocido grafitero español que pasó del vandalismo a promover los valores de Jesús con el hip hop y el aerosol.
La historia de Ruth Stapleton y de Larry Flynt te muestra lo que era el cristianismo evangélico antes de convertirse en la moralina conservadora con la que ahora se asocia.
No estamos aquí para siempre. El envejecimiento nos enfrenta a nuestra mortalidad. Demuestra no sólo “la vanidad” de la vida.
En un sentido, El Padrino muestra las contradicciones de la religión americana. Su sacramentalismo pretende salvarnos mágicamente del pecado en que estamos inmersos.
Los dioses tienen pies de barro. Y cuando menos lo esperamos, nos decepcionan. Michael ha perdido la fe en la ‘Familia’.
Lo que repugna a algunos de El Padrino es la capacidad de corrupción del ser humano.
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