El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Ese sitio de desazón en el que me hallaba lejos de la Palabra, ajena a la gracia del Rey.
Hay tres grandes gestos cotidianos que tanto hemos echado en falta.
La felicidad es simplemente una emoción, el gozo es una actitud, un fruto que se obtiene cuando mantienes una relación estrecha con tu creador.
Antes de emprender el camino hacia el sueño, permanezco atenta al suave silbido que me acaricia el alma para darme el merecido descanso.
Desde aquel Getsemaní, en las horas más angustiosas, sintió la soledad humana, el desconsuelo, el miedo. Esos momentos teñidos de ausencia los vivió a solas con el Padre.
Al enfocar los defectos ajenos con la lente de mi altivez, veo con claridad esas máculas que cubren las vestiduras de otros.
¿Cómo puedo silenciar mi agradecimiento? No debo acallar mi agradecimiento, no debo silenciar mi voz, quiero que esta fluya con denuedo.
No siempre necesitamos perder algo, alguien, para darnos cuenta de cuánto lo estimamos.
Entonces, te lanzas sin red, das un triple salto al vacío aferrándote a lo que sea con tal de sufragar una vida. Un día oyes hablar de Él y sin pensarlo te acercas.
Cuán valiosas son las palabras de ánimo que vertidas en el presente gris provocan una mejoría instantánea.
Cuesta renunciar a aquello que poseemos y tenemos querencia aun sabiendo que no nos es provechoso.
Si tuviera que destacar algo positivo de este 2020; obviando el amor y a la misericordia de Dios, me quedo con el ejemplo de mis mayores.
Se quiebran los años, pasan veloces las horas y cuestiono si me quedará tiempo para tender mi mano y ayudar a sufragar alguna vida.
Algunos solo están preocupados por el número de comensales que se han de sentar a la mesa, de qué manera se van a realizar las compras, si vamos a tener libertad de horarios y de movilidad.
Pongo voz a todas esas mujeres que sufren calladamente el desagravio y el dolor.
Al alejarnos damos cabida al miedo. Dejamos que el nombre de Dios se pierda entre términos que nos hacen sentir realmente confusos.
Deseo que Dios, en su infinita misericordia, instale en ti ganas por hacer de tu travesía una aventura inolvidable.
Sonrío ante un espléndido regalo que me envuelve en gozo devolviendo claridad al presente que me acoge.
Brotar, ser flor fresca en pasto seco, lucir el sello de Dios mostrando con orgullo que le pertenecemos.
Dios es un Dios que se inclina, que me muestra una complicidad que no merezco.
Las cosas más simples hacen que, en el transcurso, los días, se tornen entrañables.
Ser humilde hoy es sinónimo de debilidad y lo débil es algo que en este ególatra mundo no tiene cabida.
Arregla tu casa para Dios. No dejes áreas de tu vida en manos que no sean las suyas.
Hoy la marea me ha traído un bello recuerdo, una reminiscencia de mi niñez envuelta de apego.
Hoy es un buen día para comenzar a abrir ventanas y dejar que el aire fresco de su gracia ventile la rancia esencia de lo viciado por el tiempo y la pereza.
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