El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
He de aguardar, esperar a que pase esta llovizna y pueda así recoger el fruto de mi dolor.
Hay ausencias que se van asumiendo con el tiempo, otras en cambio sólo las puede restaurar la ilusoria proximidad, el acercamiento, la humildad, el perdón.
No quiero dejar pasar más tiempo y envejecer con una identidad que no me es afín.
Yo deseo frutos, pero hoy sólo tengo semillas. Semillas que plantar, regar, cuidar.
En más de una ocasión me he preguntado por qué Dios nos traza un recorrido tan angosto en vez de facilitarnos la travesía.
Tenemos un padre que cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados reclamó nuestros huesos porque sabía que con el soplo de su aliento nos volvería a dar vida.
Septiembre puede ser ese mes en el que sin darte cuenta te plantees hacer aquello que nunca imaginaste.
Pienso en aquellas risas que se ha tragado el mar. Las risas de niños y adultos que en un arranque de angustia huyen de sus lugares de origen en busca de un terreno menos hostil.
En un entorno tan superficial como este mundo, se agradece que alguien no atienda tanto a tu aspecto físico y repare en lo que hay en tu interior.
El hecho de abrazar la posibilidad de que alguien pueda beneficiarse de lo que hago es más que suficiente, es un componente maravilloso para hacer que mi trabajo tenga un fin.
¿Dónde estás Jesús mío cuando te busco y no te encuentro?
Nunca ven nada positivo en lo que les rodea. Ven el agujero en la rosquilla, el vaso medio vacío, el lado gris de la vida.
Con los ojos cerrados imaginé que tus complejos caían, que los miedos pasados se mitigaban, y que por fin eras libre.
Quiero forjarme con las herramientas de tu gracia, acariciando con los ingenuos dedos de la niña que llevo dentro los milagros que obras cada día en mí.
No quiero vivir sumida en un eternizado descanso que ni tan siquiera resulta plácido.
Cuando entre la multitud me siento extraña, alejada y sola, compruebo que he de volver a sentarme a sus pies.
Cuando no perdonamos, tejemos una red de amargura en torno a nuestras vidas. Hacemos que el presente se tiña de colores ocres, omitiendo de nosotros el grato perfume de la concordia.
Luego echó agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida. Juan 13:5
Es el lugar donde aprender que la pérdida no es derrota, que las manos vacías no significan que no puedan llenarse.
Su nombre es ungüento derramado, claridad en las tinieblas, calor de hogar, salvación, vida eterna.
Es la madre la que ahora es hija, niña anciana que ha de prestarse a los cuidados del ser al que un día regaló la vida.
Dios se muestra accesible, cercano, amigo. Ante ello sólo puedo decir: ¡cuán pequeña soy Dios!
“Esto es un viaje a través de Asia, Cruzando los Himalayas, entre la India y Nepal. Pasando por Katmandú, los lagos de Pokhara, en busca de nuestra Flor de Loto”. Enrique Bunbury
“¡Cuánto debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!” (Lazarillo De Tormes)
Hemos de ser fuertes y no ceder a nuestras ganas de conquistar, dejar a un lado la pereza y arremeter con valentía ante todo lo que nos rodea.
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