El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Jesús quiso estar con la gente. ¿Queremos nosotros vivir y estar con él?
Jesús prometió que regresaría, y esta es una promesa a la que tenemos que atender más a menudo.
Lo que hace la diferencia en la historia es la victoria sobre la muerte.
Ninguno de los discípulos creía que Jesús iba a resucitar. Pero los mismos que al principio se escondieron, cuando le vieron, llegaron a dar su vida por contarlo.
Allí estamos representados todos, con nuestras distintas actitudes hacia Jesús.
Pilato tuvo muchas ocasiones para decidirse por Jesús, pero no lo hizo.
En la cruz, Jesús quiso llevar voluntariamente el dolor de la humanidad.
En la cruz sus manos fueron traspasadas. Esa es la muestra de su amor inquebrantable.
En las horas previas a su muerte, muchas personas mostraron cuál era el valor que tenía Jesús para ellas.
No nos dejemos llevar, como Judas, que traicionó al mejor amigo que tenía.
La clave de la historia es el señor Jesús. Es a él a quien seguimos.
Es Jesús quien busca a Pedro para restaurarle. Así hace también con nosotros.
El fariseo se cree mejor que los demás, al no comprender el verdadero significado de la gracia de Dios.
Los discípulos vieron a Jesús lavándoles los pies. Entonces, aprendieron que en el reino de Dios, el mayor es quien sirve.
Jesús no nos llamó a una vida de éxito, sino a una vida de servicio.
Lo que la Biblia dice es más importante que lo que ciertas personas tengan que decir, sin importar su éxito o supuesta relevancia.
Las personas tenemos trascendencia, el dinero no. Si no lo tenemos en cuenta, caemos en la idolatría.
Dios quiere estar presente en cada momento de la vida, no solo en lo que consideramos “actividades espirituales”.
Jesús nos enseña a dirigirnos a Dios como Padre.
Sea cual sea la situación en la que estamos, es Dios quien tiene la última palabra.
Debemos ser constantes al hablares a otros de Jesús, y desechar el miedo al ridículo.
¿Habrías escogido a los discípulos como lo hizo Jesús? Fueron personas comunes, pero cuando fueron llenas del Espíritu, cambiaron el mundo.
Jesús pasaba tiempo a solas con su Padre. Más allá de lo que hacemos, lo más importante es estar cara a cara con Dios.
El amor de Dios se refleja completamente en la persona y obra de Jesús.
Al rechazo y desprecio hacia Jesús, él responde ofreciéndonos un lugar. De eso trata el evangelio.
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