El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Si esta obra es ya un clásico contemporáneo, es porque nos interroga cada vez que nos acercamos a ella.
No hay lujos, ni boato, ni grandezas, ni aparece rodeado de apoteosis pirotécnicas. Sencillamente, nace.
A veces se subestima el concepto de pecado y se trata como algo demasiado general y abstracto, perdiendo así un amplio espectro de matices.
Aunque hay cosas que tal vez no se curen, mi Dios tiene poder, amor y compasión, y me gustaría llevar a las personas a una relación íntima y personal con Él.
El cristiano no puede tener una ética intramuros de las iglesias y otra cuando se encuentra inmerso en las realidades temporales, sean políticas, sociales o económicas.
Cada vez que nos acercamos a las bienaventuranzas, seguro que muchos pensamos que algo nos falla. ¡Es todo tan paradójico! Pero nada más lejos de la realidad.
El anhelo por encontrar una justicia propia sigue siendo uno de los pasatiempos preferidos de la humanidad. La cuestión es que siempre depara una conclusión dolorosa.
Tú, conquistador de almas, nunca subestimaste a quienes carentes de todo necesitaban un poco; un poco de ti es demasiado.
A veces, parece que el ser humano es único en generar sus propios problemas y desarrollar después unas expectativas que no se corresponden en absoluto con la gravedad de la situación.
Es interesante ver cómo en el texto bíblico, los conceptos de verdad y vida se relacionan entre sí. El Verbo, Jesús, es la verdadera revelación de Dios, y el propósito de esa revelación es que tengamos vida eterna para su gloria.
Tengamos cuidado con lo que opinamos y decimos; podemos hacer mucho daño a personas inocentes, y eso sigue viéndolo el Señor y será quien actúe en consecuencia.
Aunque con argumentos cada vez más sofisticados y cargados de razones, nuestra estrategia sigue estando atravesada por la mentira y el engaño.
Si falla la misericordia, desaparece también la denuncia.
Nosotros también tenemos que realizar nuestras primarias, pero en clave bíblica como una comunidad responsable que le entrega a la nueva generación lo mejor de sí misma.
Es Señor justo, por eso las ofrendas de los poderosos no tienen valor, como tampoco la tienen la de los pobres. Para el Señor somos todos iguales.
Jesús, con su encarnación, dignifica al hombre, a su humanidad y lo convierte en un elemento de salvación integral.
Abrumados por tratar de reconocernos en alguno de los mensajes del choque de discursos cruzados en el que vivimos, olvidamos el diagnóstico que ya se ha realizado de nosotros.
Cuando se olvida al pobre, se le oprime, se le despoja o se pasa de largo ante su dolor, se imposibilita toda relación cúltica.
La intención de romper con todo aquello que se ha identificado como herencia de la tradición ha dado paso a una desilusión devastadora.
Nuestro Dios se muestra como valedor de los pobres, de los oprimidos, de los abusados e injustamente tratados.
Mi gran disfrute es servir a mi Señor con todas mis fuerzas, no dejarme llevar por el temor.
En una realidad dominada por el elemento del pecado, se ha hablado del hecho de informar como de un ‘cuarto poder’. Pero eso es solo una distorsión.
Un poema de Esteban Martínez Serra, extraído de la obra A los frutos tardíos, publicada por la Editorial Devenir. (Selecciona Isabel Pavón)
La promesa de la vida eterna es una de las esperanzas más firmes de todos los que confiamos en Dios.
Porque el corazón del hombre y la mujer no ha cambiado, es fácil cruzar la línea entre lo puramente imprescindible para la supervivencia, y convertir en necesidad lo que realmente no lo es.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.