El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Hay oscuridad en nosotros, pero hay además una dimensión profunda, con un poder invisible operando. El evangelio nos muestra que el mal está presente en aquel que se ha rebelado contra Dios, pero que Jesús es más poderoso.
El maestro del thriller de los 70 quiso hacer una “parábola para el siglo XX” que “pretende ser una obra moral que refleje la lucha entre el bien y el mal”.
Sobre esta cuestión se han producido algunos excesos muy lamentables, pero ello no es razón para que nos mantengamos en la ignorancia y en la pasividad espiritual.
Solo Él pudo compadecerse de esa iglesia sufriente; y, al presentarse como el que murió y resucitó, le infunde esperanza en la segura recompensa: el reino de los cielos.
Tanto las madres ucranianas como las rusas han recurrido a la magia y al ocultismo y han comprado amuletos, cartas de protección e iconos especiales para alejar las fuerzas del mal y proteger a sus hijos que luchan en la guerra.
El nombre de Jesús y el poder de su sangre son suficientemente poderosos para romper e inutilizar cualquier ataque o influencia de Satanás.
Es completamente inadecuado decir que Jesús hacía exorcismos, pues no encontramos en su práctica de liberación ni conjuros, ni objetos, ni gestos ni ritos. Solo el poder de su persona.
La lucha del hombre contra las “huestes espirituales de maldad” no acaba nunca mientras estemos en este mundo.
El diablo siempre está procurando sembrar discordias entre Dios y el hombre, y entre los hombres entre sí.
Desde la caída del ángel Satanás, lo demoníaco constituye por antonomasia la amenaza que acecha al hombre.
A modo de epílogo, añado a los capítulos precedentes esta breve demonología bíblica, en varios capítulos también, porque creo necesaria algunas explicaciones que puedan responder a las objeciones actuales acerca de la existencia de los demonios.
Jesús aparece en esta tierra lleno de gracia. Su gran amor redentor se observa en el hecho de que es él quien toma la iniciativa para liberar al hombre y darle seguidamente vida eterna.
Se acabó aquella amenaza que comenzó hace 33 años en Belén.
La muerte, olvido o asesinato del diablo no nos libera, sino que nos oprime con un plus de responsabilidad humana ante el mal.
La redención conseguida y cumplida de Jesucristo y el poder de su nombre es suficiente para que Satanás y sus demonios huyan.
A los creyentes nos conviene saber con quién nos enfrentamos y qué es lo que hace.
Al diablo le gustan los extremos: le agrada igual la exageración de su poder como la negación de su misma existencia.
¿Por qué se llevó a cabo la rebelión en el cielo? Tenemos que buscar un poco para encontrar respuestas en la Biblia.
La historia humana no se explica bien sin la realidad de las fuerzas malignas y su comandante en jefe.
El peligro de reuniones centradas en el diablo.
Los cristianos debemos darle la vuelta al lema: Lo que es nuestro, queremos que sea del mundo, en el sentido de que lo que es nuestro, el evangelio, queremos que sea del mundo.
Hablamos de la guerra espiritual y el poder de las tinieblas, pero ¿dónde está el triunfo de Jesús? Parece que depende de nosotros, que alguien pueda encontrar verdadera liberación.
El satanismo nace de la iglesia, y no del mundo ateo, porque es una expresión de apostasía, no de ignorancia.
Lo que hoy se llama satanismo es en realidad una forma de ateísmo, que nace generalmente de un rechazo a una religión que se conoce muy bien.
Cuando ves a demonios por todos lados.
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