El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
“Y esta es la condenación, que la luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malas”.
El Cristo nuestro está en el Pez (Ichtus), pues Jesucristo es el Hijo del Dios, nuestro Salvador. Así, con el símbolo del pez, se identificaban esos primeros creyentes perseguidos. Así me identifico yo, ayer, hoy y mañana.
Humor inteligente.
Un acercamiento de César Vidal a los aspectos socio-políticos del juicio de Jesús, y la trama de poder en el liderazgo político y religioso de Israel.
Un Evangelio más humano que sobrenatural. Milagros explicables científicamente, espiritualidad llena de humanismo y un relato que recuerda las intrigas de poder actuales.
La redacción de Protestante Digital viaja de forma virtual a la Jerusalén de la semana de Pasión de Jesús para transmitirla en directo. Todos pueden participar con el hashtag #PascuaJesus.
Un poema para el Domingo de Ramos. (Selecciona Isabel Pavòn)
Hoy hago un texto nuevo dirigido a los pobres cuyas estaciones de su personal Vía Crucis o Vía Maldita es el gran escándalo humano que nos avergüenza a toda la humanidad hoy.
Poesía carnal, epidérmica, que no niega su filiación y la prolonga, pues los ecos del Cantar de los Cantares y de la obra de Gioconda Belli (por supuesto, sus textos de alusión bíblica), por citar sólo dos referencias, se hacen sentir a medida que se avanza en la lectura.
El valor, sacrificio, compasión o humanidad, son atributos necesarios y admirables, y a Dios, sin duda, le importa lo que hacemos, pero le importa muchísimo más lo que hay detrás de nuestras acciones. Si hemos sido realmente transformados por Dios y lo expresamos con un servicio activo a los demás.
Velad y orad para no caer en la tentación es una poderosa revelación que se cumple al pie de la letra, si la practicamos disciplinadamente.
Tras la muerte del director del Banco de Santander, vuelve a resonar una pregunta que formuló Jesús hace casi dos mil años.
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