El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Al cumplirse 45 años de la fundación de la FTL, en 2015 en São Paulo, Brasil, Samuel Escobar afirmó: “Me siento anabautista y en el siglo XVI fueron obligados a emigrar de un país a otro por causa de su fe”.
Casi 3 mil personas participaron en Lausana I. La ponencia de Escobar fue una de los quince trabajos “teológicos y misionales que sirvieron de base al encuentro”.
En Latinoamérica se asentó y desarrolló, entre los conversos protestantes/evangélicos, un ethos identitario que guarda cierto paralelismo con el anabautismo del siglo XVI.
Escobar argumentaba que las comunidades protestantes/evangélicas latinoamericanas estaban llamadas a ser contrastantes con la cultura patrimonialista dominante y sus resultados socio económicos.
El misionero norteamericano Pedro Wagner, sin buscarla ni desearla, estimuló la planificación de una reunión en la que se fundaría, en diciembre de 1970, la Fraternidad Teológica Latinoamericana.
Ha llegado la hora de que los evangélicos tomemos conciencia de nuestras responsabilidades sociales, escribió Escobar en 1969.
Las tribunas de Pensamiento Cristiano y Certeza representaron espacios definitivos para expresar su entendimiento por escrito de la fe cristiana en relación con el contexto latinoamericano.
Escobar era un consuetudinario y ávido lector para cuando él y su esposa Lilly se mudaron en febrero de 1960 de Lima a Córdoba, Argentina, para unirse al proyecto de publicaciones de la CIEE.
En Cochabamba conoció Samuel Escobar a Carlos René Padilla, sería el inicio de una larga amistad y caminar juntos en la reflexión bíblica/teológica contextual que duró poco más de seis décadas.
He aprendido mucho de Samuel, pero lo que más me ha impresionado siempre de él es su sencillez. Una de las cosas que más me ha sorprendido en la vida, es que los mayores hombres de Dios que he conocido son también los más humildes.
Al final del camino, nos pueden faltar respuestas. Pero cuando se llega a la edad de Samuel Escobar, uno ve la vida con otra perspectiva. Así llegamos al final de estos programas especiales, dirigidos por José de Segovia.
“A medida que fui conociendo a presbiterianos, independientes y pentecostales, desarrollamos un respeto mutuo y un sentido de unidad en la misión”.
La identidad es lo que más preocupa en nuestro mundo. Escobar se acercó a esta cuestión y profundizó en qué significa ser evangélico.
Para comprender las ideas compartidas por Samuel Escobar en dicho Congreso es relevante seguir su itinerario formativo intelectual que le posibilitó ser una voz en espacios teológicos del cristianismo evangélico global.
Ante la realidad de la vejez, Samuel reflexiona cómo se enfrenta al paso de los años y la debilidad.
La recuperación de quiénes somos y para qué somos, nuestra identidad y misión, necesariamente conlleva el retorno a las raíces, que en nuestro caso es el Evangelio.
La influencia de Escobar consiste en un modelo cristiano de vida sencilla y modesta.
Al llegar a una edad avanzada, Escobar mira no solo al pasado, sino también a los desafíos que percibe para la generación actual y la próxima.
"La reflexión teológica del futuro será una teología de la misión que se tendrá que hacer desde América Latina".
A principios de siglo XXI Samuel se establece en Valencia, iniciando una etapa diferente.
“Si se lee bien la historia, se va a ver cuánto ha contribuido la obra misionera evangélica a levantar, redimir y hasta ser un fermento entre las masas indígenas”.
El próximo 28 de noviembre Samuel cumple 90 años, al respecto la Fraternidad Teológica Latinoamericana está organizando el homenaje a uno de sus fundadores, el cual tendrá lugar el sábado 23 de noviembre.
La expansión del cristianismo por todo el mundo va haciendo que este cambie su rostro global. Escobar recuerda los esfuerzos de educación teológica tanto en el Norte como en el Sur.
“La realidad del pueblo hispano en los Estados Unidos es un tremendo desafío pastoral y un desafío a la reflexión teológica”.
Desde su labor docente y como escritor, Escobar ahonda en cómo la misión evangélica implica necesariamente abordar las injusticias.
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