El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Juzgarse a uno mismo necesariamente supone un juicio torcido ya de antemano, es decir, un pre-juicio, porque nadie se va a aplicar a sí mismo una norma que le perjudique.
Las meras palabras, cuando lo que hace falta son hechos, solamente van a producir pobreza. Acabarán en indigencia.
Como es el fruto lo que determina la validez, se desprende que la reprensión es lo que vale y no la lisonja, por lo que el reprensor, a posteriori, recoge un valioso fruto de aprobación.
Jesús se hizo hombre para ser el amigo que ama en todo tiempo.
La humildad frente al orgullo y la soberbia son el camino señalado en Proverbios para evitar la ruina. Nos acercamos a este y otros temas del libro recorriendo la cultura contemporánea.
Hay una envidia a evitar, porque si lo envidiado es malo, aunque tenga beneficios, es pasajero y se acaba; pero hay lo que en verdad es digno de ser envidiado, porque dura para siempre.
Esta volatilidad que en realidad tiene lo que en apariencia se presenta como imponente, debiera hacernos reflexionar sobre lo que verdaderamente es creíble.
No es su repetitivo acto lo que hace que el necio sea necio, sino que es su necedad lo que le arrastra a repetir el acto.
Sería lamentable sufrir feroces dentelladas por causa de algo en lo que no merece la pena inmiscuirse.
Lo que ocurre con el estado de nuestro cuerpo tiene también su similitud con el estado de nuestro interior, que ciertamente está sujeto a una condición de endurecimiento
Empeñarse en construir la casa-edificio como si fuera lo máximo, pasando por alto la casa-familia, puede llevar al desastre.
Teniendo en cuenta que los tiempos que vivimos son de necedad elevada a infinita potencia, ¿cómo saldremos airosos del desafío de responder, o no, al necio?
Hay una relación proporcional entre cuidado y valor. Si algo vale mucho, lo cuido mucho; si algo vale poco, lo cuido poco o no lo cuido.
Mientras leemos la Palabra de Dios vivimos la vida prestando atención a la Vida que Dios quiere para nosotros, a la vez que aprendemos de la vida de todos aquellos que nos precedieron.
Con el uso de la libertad se abren dos escenarios de consecuencias, como son el del provecho y beneficio o el del quebranto y perjuicio.
Qué bueno es percibir que la soberanía de Dios está sobre todas las contingencias desconocidas e inesperadas, no escapándosele ninguna.
Si hay alguien que habla abundantemente en el Nuevo Testamento sobre el castigo de Dios, y en su aspecto más temible, ése es Jesús.
Jesús tomó los mejores significados de astuto y simple para enseñar a sus seguidores cómo debían moverse en este mundo.
La palabra esperanza en la lengua española está directamente relacionada, por la vía del latín, con la palabra esperar, de ahí que la esperanza esté determinada por lo que se espera.
El egocentrismo nos lleva a olvidarnos de las necesidades del prójimo que, igual que nosotros, precisan el bien.
Dios contempla a los humildes, a quienes están despojados de sí mismos, de sabiduría propia, de fuerza personal y de dignidad adquirida.
La venida del Hijo de Dios al mundo supone el cumplimiento de los deseos más preciados. Los justos se gozan en el otorgamiento por Dios de lo que habían estado aguardando.
En la Biblia encontramos varios casos en los que distintos personajes se mueven con el propósito de destruir a quien consideran su adversario.
No darle culto es robarle al Hacedor el derecho legítimo que tiene a recibirlo. Es desafiarlo.
¿Cómo puede ser que lo imposible sea posible? La respuesta está en que una confianza excesiva en el privilegio puede venir acompañada de una subestimación de las posibilidades ajenas.
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