El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El sufrimiento del prójimo siempre debe ser algo prioritario. Eso es algo central y fundante en la misión diacónica de la iglesia.
Arrepentimiento, conversión, discipulado, evangelización y transformación de la sociedad conformaban para Menno un ciclo ineludible para los creyentes.
Vivir una espiritualidad desencarnada no es vivir la espiritualidad cristiana que comporta toda una ética de servicio que nos lleva a ser las manos y los pies de Jesús en medio de un mundo de dolor.
La lectura del Nuevo Testamento le llevó a cuestionar tanto dogmas católicos como los delirios milenaristas de quienes pretendieron erigir el Reino de Dios en la tierra en Münster.
La muerte, olvido o asesinato del diablo no nos libera, sino que nos oprime con un plus de responsabilidad humana ante el mal.
Simons perteneció en el siglo XVI a la corriente anabautistas pacifista, la que enfatizó fuertemente que los convertidos en discípulos de Cristo deberían conformar comunidades alternativas a los valores éticos y prácticas dominantes en las sociedades de entonces.
Si falla la misericordia, desaparece también la denuncia.
Dos símbolos humanos encarnan el escándalo de la pobreza humana y la desigualdad: el rico Epulón y el pobre Lázaro.
Seamos quienes seamos, hagamos lo que hagamos en todos los campos de misión, hagámoslo con humildad y sin ningún tipo de prepotencia.
Los creyentes somos responsables de componer la imagen de Dios en el mundo, de ser como Biblias abiertas que comuniquen algo de la imagen de Dios.
La iglesia, aunque a veces lo parezca, no debe ser una comunidad de fe intramuros de su templo y desencarnada del mundo.
Evangelizar es enseñar el camino de la salvación eterna, a la vez que mostramos esa salvación que también se da en Jesús en nuestro aquí y nuestro ahora en forma de redención.
El Dios de la Biblia sufre ante el escándalo de la pobreza en el mundo, ante el escándalo injusto que han montado muchos de los adoradores de la riqueza.
Jesús, con su encarnación, dignifica al hombre, a su humanidad y lo convierte en un elemento de salvación integral.
Cuando se olvida al pobre, se le oprime, se le despoja o se pasa de largo ante su dolor, se imposibilita toda relación cúltica.
No cabe duda que de la Biblia emana toda una ética económica, toda una ética humana y social que el cristiano tiene que asumir en sus programas y proyectos de evangelización del mundo.
¿Hay un llanto que nos renueve y que nos motive a la acción, a la denuncia contra toda opresión y a la búsqueda de justicia?
Nuestro Dios se muestra como valedor de los pobres, de los oprimidos, de los abusados e injustamente tratados.
Recibimos la visita del historiador Antonio Simoni para conocer detalles de la vida del traductor de la Biblia al castellano.
La vivencia de la espiritualidad cristiana está relacionada también con el hecho de tomar conciencia de que somos un pueblo llamado a tener una presencia continua en nuestra sociedad.
Debemos aprender a valorar a los laicos como corresponsables de la labor pastoral en todas las áreas de la misión de la iglesia.
Si para muchos el rostro del Dios de los profetas les es desconocido, tampoco evocan al Jesús humano que vivió entre nosotros.
No sería muy arriesgado decir que El Quijote puede estar en línea con las figuras del profetismo del Antiguo Testamente: defensa de los débiles, búsqueda de la justicia, denuncia de los abusos.
Necesitamos una renovación rebelde que transforme la vida de tantos y tantos cristianos cómodos que, finalmente, están cayendo en la decepción y en lo tedioso.
El testimonio cristiano se da siempre con mentes despiertas y no con sensibilidades cristianas cómodas, adormecidas e impregnadas de aburrimiento y de tedio.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.