El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Si quieres estar pegadito a Jesús, la práctica de tu espiritualidad no debe ser unidireccional.
El Señor nos demanda que, antes de ir a Él en culto y adoración, nos reconciliemos primero con el prójimo sufriente.
La enseñanza de lo ético en nuestras congregaciones debería estar muy por encima de las preocupaciones por lo estético.
Nunca debemos perder de vista que el objeto de nuestra fe es Dios mismo.
¿Habremos olvidado las obras de la fe?
Tú, Señor, nunca convertirás las piedras en pan ni por caprichos egoístas de nadie, ni para engordar a los ya satisfechos.
La evangelización tiene un valor de rescate del hombre en desventaja social, del hombre abusado u oprimido.
Es significativo que el nombre de la sulamita . en hebreo, correspondería al vocablo “Sulamit”, que es, exactamente, el femenino de Salomón.
El Reino de Dios está allí donde no se comparte sólo la Palabra, sino el pan.
Las bienaventuranzas adquieren pleno sentido cuando se sigue la línea bíblica y se les ve junto a su “ay” paralelo.
¿Nos parece bello y digno de imitar los valores de este sistema mundo que ve la riqueza como prestigio?
Querer amar a Dios sin tener en cuenta al prójimo es una mentira; querer amar o ser solidario con el prójimo sin tener en cuenta a Dios, puede ser un humanismo ateo.
¿Nos falta compromiso, nos falta pasión por la justicia, nos falta celo por la denuncia?
Hemos construido un mundo en que falta tiempo para gozarnos en ver crecer nuestros hijos, reflexionar, leer o simplemente pasear y disfrutar de ese don gratuito que todos deberíamos disfrutar, y no sólo un mes al año.
Hoy, en un mundo desequilibrado e injusto, hay muchas personas que “mueren” la vida. La mueren, que no la viven.
Este vivir iluminados por la fe va a dar como consecuencia en los creyentes que, necesariamente, vivan conductas con unas prioridades y unos estilos de vida.
¿Cómo vives la espiritualidad cristiana?
Normalmente evangelizamos desde los valores y posicionamientos a través de los cuales pensamos.
La religión sin compromiso con el hombre que sufre queda en algo externo, vacío, sin cambio de mente ni de corazón, sin misericordia ni búsqueda de justicia, sin liberación de los oprimidos.
Vivimos en medio del escándalo y tragedia de una humanidad que desearía una paz sin justicia.
Muchas veces estamos inundados de doctrina, preñados de enseñanzas, pero estáticos, silentes, insolidarios.
Vivir de cara a Dios, pero de espaldas a las problemáticas del hombre sin pensar en el mundo sufriente, es vivir una espiritualidad mentirosa.
Imitemos a Jesús como el que rompe tabúes, prejuicios y normas sociales injustas. Tabúes inhumanos ante un Jesús que fue muy humano sin dejar de ser Dios.
Aquellos que prefirieron revolcarse en su oro, despreciando lo gratuito y la oferta por gracia, jamás gustarán de su fiesta.
Somos individualistas insolidarios cuando respiramos exclusivamente por nuestra propia herida.
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