El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Comparto algunas de mis primeras reflexiones sobre la importancia de Seúl 2024 (Lausana 4).
Fue inspirador ver con mis propios ojos que el Reino de Dios crece hasta convertirse en un árbol grande e impresionante.
Es muy humano, incluso para los cristianos, pensar en la felicidad como cumplimiento de deseos.
La vida no es un tramo continuo. Como la naturaleza, funcionamos en ciclos y estaciones.
Aquí presento algunas de las tendencias que he observado en Roma, donde vivo, y que podrían aplicarse a otras partes de nuestro continente.
Llego a fin de año ansioso por el futuro y resentido por lo que aún no he podido realizar. ¿A ti también te pasa?
Cuando llegó la primera Navidad de la guerra, en 1914, los soldados escoceses, alemanes y franceses oyeron villancicos procedentes de las trincheras enemigas y declararon una tregua.
Como cristianos, estamos llamados a dar ejemplo de humildad y civismo en nuestras interacciones con personas de otras creencias y profundo interés por los asuntos de interés público.
Antes de actuar basados en sentimientos intensos, antes de arruinar amistades y alterar iglesias, sería prudente examinar por qué nos sentimos heridos y enfadados.
Resulta preciso crear diversas plataformas, medios y formas de arte que encarnen la historia del amor redentor de Dios por el mundo.
El mayor consuelo de Pascua en 2021 puede resultar ser un Dios familiarizado con el sufrimiento.
Estas oraciones a menudo me han conmovido hasta las lágrimas y me han llevado hacia profundos encuentros con Dios.
En circunstancias desafiantes, los evangélicos europeos comparten un mensaje de esperanza.
Pastoreo una congregación en Roma que está habitudada a los apretones de manos, los besos y el contacto físico. La propagación del coronavirus en Italia ha obligado a los italianos a reimaginar nuestra vida compartida. Por René Breuel.
Para muchos cristianos fuera de los Estados Unidos, el apoyo inquebrantable de los evangélicos estadounidenses al presidente Trump es desconcertante.
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