El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Esta creencia en las ilimitadas posibilidades humanas está bien arraigada, haciéndonos creer que somos los señores y artífices de nuestro presente y futuro.
Aunque este mundo se burla de la moral y reniega de ella, llegado el momento es implacable para con aquél que queda convicto de culpa por transgredir la moral.
O es Dios quien fija los límites entre el bien y el mal o es el hombre.
Qué descanso es saber que hay alguien que está por encima de todas las esferas de poder y sus confabulaciones.
Una de las pruebas del verdadero amor es la herida. Ahora bien, hay que distinguir entre herida y herida.
Las prisas no son buenas.
No hay que perturbarse al ver a los que se jactan de maldad y todo les sonríe, porque su descalabro, en grado insospechado, se acerca a marchas forzadas.
Lo artificial no puede cambiar, ni mejorar, lo que es natural. Sólo puede disfrazarlo.
Antiguamente la maldad se escondía, porque había cierto sentido de vergüenza, salvo en las ocasiones lúdicas populares; pero ahora la maldad se exhibe.
¿Cuál será el método para que se conozca el valor de las personas? Dios es el probador supremo para el corazón humano.
Hay diques absolutos que deben ser establecidos, so pena de entrar en un estado de confusión que no puede llevar sino al desastre.
¿Cómo tantos, pueden hablar tanto, durante tanto tiempo, de lo mismo, sin caer en la palabrería o la divagación?
Podemos aniquilar el mal físico de nuestro organismo momentáneamente en determinados casos, pero ¿cómo aniquilar el mal moral de nuestro corazón?
En un mundo habituado a la ley del mínimo esfuerzo y a la consecución de los antojos en el menor tiempo posible, a la disciplina se le considera rígida, exigente y hasta dictatorial.
No es algo teórico, sino, desgraciadamente, más común de lo que fuera deseable, existiendo diversas maneras en que tal degradación ocurre, cuando el justo renuncia o traiciona a la justicia.
La edad y los años van tejiendo en la persona un ornamento que es de gloria.
No es de extrañar que en la Biblia la luz esté asociada con la gloria, la bendición y la pureza.
La Biblia no titubea sobre quién es la última fuente de autoridad, afirmando, en el momento cuando en Israel se establecen por primera vez jueces, que ‘el juicio es de Dios’.
La filosofía que se ha impuesto es que nadie me va a dar lecciones sobre cómo he de vivir ni qué he de creer.
Hay una conquista que es mucho más difícil de lograr, porque compete al ámbito personal, no consistiendo la batalla en enfrentarse a enemigos físicos externos.
La propagación de tantos temores, se debe a la ausencia de este otro temor. Si hubiera temor de Dios, seguramente no habría esta multitud de temores.
No hay maldición sin causa, o cualquier maldición debe tener una causa, lo cual es muy lógico.
Dios es esa torre, que es inaccesible para el enemigo, pero accesible para el que corre hacia ella, abriéndose sus puertas de par en par para recibir al que allí va en busca de ayuda.
Hay un Superhombre dentro de cada ser humano, que se cree un dios y con derechos absolutos.
Una de las palabras más excelentes que existen en cualquier idioma es esperanza, porque sin esperanza no se puede vivir.
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