El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Cuando miro hacia atrás, veo tu mano amarrando con fuerza mi ser débil a tu lado, y recuerdo tantas cosas, que solo puedo decir que viví sostenida por tu mano.
Un poema de Howard Thurman. (Selecciona Isabel Pavón)
Un poema de Gloria Fuertes. (Selecciona Isabel Pavón)
Un poema de Antonio Vergara. (Selecciona Isabel Pavón)
Roberto Juarroz fue uno de los poetas latinoamericanos más notables. Su poesía indagatoria, misteriosa y abismal a la vez, cuyo uso del lenguaje parece extraño, pero produce un hondo sabor existencial.
Cansado de manos inmersas en guantes de hierro y de barro, fuertes cuando al débil golpean pero sumisas siempre al tirano.
Un poema de Amalia Bautista. (Selecciona Isabel Pavón)
Ciegos y guías de ciegos, con música de tamboriles para bailar entre el cieno.
Poema inspirado en Lucas 13:34.
Un poema de Hamlet Lima Quintana. (Selecciona Isabel Pavón)
Paráfrasis poética del Salmo 139: “Vieron tus ojos mi embrión, y fue mi ser misterio y poema”.
Un poema al hermano/a que no dejaron nacer.
La justicia y la paz se besaron.
Un poema de Luis Cernuda. (Selecciona Isabel Pavón)
Un poema de Gloria Ramírez Trillo. (Selecciona Isabel Pavón)
Tu no habitas tras los muros del Templo...
Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo (MAteo 4:1-11).
A lo bueno llaman malo y a lo malo dicen bueno ideólogos de rebaño, intelectuales gregarios que nunca miran al cielo.
No me dan nombre mis obras; aunque entre los surcos queda el fruto y cosecha de mis horas, de mi labranza y mis poemas.
Y tus manos poco a poco van tensando las promesas, el futuro y los versos...
Un poema de Chari Morillo. (Selecciona Isabel Pavón)
Aunque tus alas estaban rotas me enseñaste a volar.
Fui inmoral por tocarme la prostituta, traidor mi abrazo al recaudador Zaqueo. Irreverente defender a la mujer adúltera, y fanático con los mercaderes del templo.
Un poema de Antonio Vergara. (Selecciona Isabel Pavón)
Pronunciaste mi nombre como nadie lo ha pronunciado. Sonó como un vuelo de alondras en un campo de trigo.
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