El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El poeta testimonia su afecto a Juan de Yepes o de la Cruz, y se entraña en su ejemplo de sencillez y entrega espiritual.
El poeta Alfredo Pérez Alencart presentó en Salamanca su última obra, ‘Los éxodos, los exilios’, junto a un compendio de estudios y ensayos sobre su poesía en el que participan 60 autores de todo el mundo.
A día de hoy, no podemos ignorar el gran conflicto espiritual en el que estamos envueltos.
"La sanidad del cuerpo era y es una muestra de la misericordia de Dios para con nosotros, pero el ministerio de Jesús no tenía como fin la sanidad física sino la restauración espiritual, el perdón de los pecados". Un fragmento de "Lámpara a mis pies" (Peregrino, 2015)
No a la diestra; tampoco a la siniestra: al centro del Evangelio, que no es reino de oscuridad ni de óxidos ciegos.
Me pregunto por qué nos distraemos tanto en mil y una historias que consumen nuestro precioso tiempo.
El poeta busca instalarse en la mejor inocencia, en el asombro necesario para esperar el retorno del Amado galileo.
Alencart, poeta peruano-salmantino, ofrece a los lectores de P+D el pórtico que aparece en su libro ‘Los éxodos, los exilios. (1994-2014)’, publicado recientemente en Lima.
No estamos muy acostumbrados al mestizaje de géneros literarios, pero conviene mezclarlos: así es posible que se alcance a muchos más corazones.
El poeta habla del cielo del subsuelo, otra Realidad para el cristiano: “La tercera llave es la aurora del asombro,/ la verde hoguera que ni el diluvio apaga”.
Para Alencart “habrá que ir desaprendiendo esa escorada enseñanza de las Escrituras, muy ligada al prejuicio y al estigma que ‘en el mundo’ se tiene hacia la poesía”.
El Dios nuestro que nos acompaña aun en las pequeñas cosas también nos da buenas ideas para solucionar problemas y situaciones personales.
Alencart dedica este poema al destacado teólogo Plutarco Bonilla, su amigo y hermano español-costarricense. Y Cristo siempre donándonos la tabla de Salvación.
Alencart ofrece su tercera entrega sobre la importancia de la Poesía para el creyente cristiano. Ahora se centra en difundir los escritos de León Felipe y Gabriela Mistral, de España y Chile, respectivamente.
No se trata de números ni de los múltiples recursos humanos sino de los sorprendentes y maravillosos recursos divinos.
El poeta aparca, por esta semana, la exposición de su propia obra, y dedica su blog a difundir la última obra de un hermano en la fe cristiana y en la fe poética, el pastor chileno Luiz Cruz-Villalobos.
Poesía es Resurrección, es milagro, es conmoción espiritual. Poeta es el Padre: “En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios”.
A menudo nos lamentamos (al menos yo lo hago) de lo mucho que hay por hacer. ¡Y qué difícil es sacar tiempo para todo lo importante! Pero ¿qué es lo importante?
La trompeta divina de la movilización evangelística suena con fuerza. Dios ama a esta perversa generación y quiere rescatar a muchos, antes que la nave de esta humanidad perdida se hunda en el mismo infierno.
La cátedra, con el nombre de la más destacada investigadora sobre Inquisición y la presencia de los cristianos nuevos en Brasil, la dirige el profesor Caesar Malta Sobreira, doctor por Salamanca
Nos podemos imaginar las carcajadas de los más endurecidos al oír el desafío burlón: “Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz” (Mateo 27:40). La blasfemia, como la ignorancia, es muy atrevida. Un fragmento de “Ante la Cruz”, de Andrés Birch (Peregrino, 2006).
Para el vasco-salmantino Miguel de Unamuno, “la envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual”. Alencart, poeta cristiano, ahora ofrece un texto inédito que orbita en torno a este resentimiento.
Dios se nos revela básicamente en dos poemas: el Poema de la Creación y el Poema de la Salvación.
Somos tan humanos y, a la vez, vasos de barro utilizados soberanamente por el mismo Señor, que debemos estar apercibidos de los dardos de fuego del Maligno respecto de las dudas que asaltan nuestras almas.
El poeta vuelve a dejar aparcados sus versos para, fraternalmente, exponer textos del poeta chileno Luis Cruz-Villalobos.
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