El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El misterio de la iniquidad solo se derriba por la Espada del Espíritu, y esa la tiene y usa solo quien la tiene.
Los años santos conservan el nombre del jubileo bíblico, aunque las medidas adoptadas y la espiritualidad promovida en estas circunstancias estén más relacionadas con el catolicismo medieval que con el mensaje bíblico.
No se vislumbra una reforma según el Evangelio sino sólo una recalibración de lo que el catolicismo romano siempre ha defendido doctrinal e institucionalmente.
Lo malo es que los de la parodia se lo han creído. Nosotros la vemos tal cual es, por eso aborrecemos esas ofensas a la cruz y redención de nuestro Salvador.
Con un centenar de iglesias evangélicas y una población de 4 millones de habitantes, Roma es sin duda un campo de misión.
¿Cómo fue posible que el sociólogo más conocido por sus libros sobre la “sociedad líquida” viera la “luz” en el Papa?
El papa conduce a su iglesia hacia la forma más “católica” que jamás haya tenido, pero no hacia el evangelio de Jesucristo.
El papa Francisco acoge esta opción con la aprobación de la declaración Fiducia Suplicans. Desde la Iglesia Católica aseguran que “supone un verdadero desarrollo respecto a lo dicho hasta ahora sobre las bendiciones”.
La metafísica partía de los “primeros principios” y llegaba a todos los recovecos y detalles de la vida humana. Con esta metafísica Roma luchó contra la Reforma Protestante, la Ilustración y el modernismo.
La AEE lamenta que el secretario general de la Alianza Evangélica Mundial “doble su cabeza” ante el Papa Francisco: “Manifestamos públicamente nuestro rotundo rechazo a su participación en ese acto y a la forma en la que actuó”.
Con dos movimientos Francisco ha debilitado astutamente la “romanidad” de la iglesia tal y como la interpretaba el Papa Benedicto XVI.
Con nuestro Casiodoro, preguntamos: ¿de quién tiene el papado lo que tiene y de lo que se gloría?
El papado nace en sentido histórico, en la mitad del siglo VIII, por la mediación interesada de reyes francos, con la afirmación específica frente a la iglesia católica oriental, y basado en la documentación falsificada, conocida como donación de Constantino.
Estos cultos han recibido una gran influencia de las liturgias de los monasterios, o de los aislados, que eran considerados como los modelos más espirituales.
Según Ratzinger, el cristianismo es el catolicismo romano y viceversa. Esta fue su convicción desde el principio hasta el final de su vida.
Somos, como seres humanos, una constante contradicción, y vivimos anclados en ella. Solo en Cristo se encarna la perfecta humanidad, y aspirar a reproducirla produce verdaderos monstruos.
Una década después de su nombramiento como cabeza del Vaticano, el liderazgo de Francisco sigue con retos sin resolver. “Como buen jesuita, se ha resistido a tomar decisiones hasta ahora”, señala el teólogo evangélico Leonardo De Chirico.
Diferentes cristianos en el país se muestran escépticos ante el conjunto de declaraciones en clave humanista que Francisco ha realizado durante su visita oficial. El conflicto es profundo, recuerdan.
En su idea de tierra sagrada, imponían el supuesto de que la podían pisar y gobernar sólo “santos” apropiados. Por supuesto, los moros en Hispania no lo eran, así que tenían que ser expulsados. Ni siquiera convertidos; expulsados. El evangelio de la espada “evangeliza” así.
Tres tradiciones cristianas se vieron representadas, de manera inédita, en la búsqueda por conseguir la paz en un territorio tan complejo.
Todo el siglo X y lo que corría del XI, es un testimonio, bien documentado en cualquier libro de historia, de la miserable corrupción de la iglesia papal.
Me interesa algo del difunto papa, sobre todo por la aceptación de algunas de sus tesis principales por parte del mundo evangélico.
Valorar adecuadamente la obra teológica de Ratzinger se llevará todavía mucho tiempo, pero lo cierto es que hacer un balance de su vida y obra será el empeño de muchos estudiosos.
A pesar de ser “conservador” y “tradicional”, la suya era una ortodoxia católica romana completa donde no hay espacio para las “cinco solas” de la fe evangélica.
Ni el paradigma tridentino ni los diversos caminos sinodales queridos por el Papa Francisco indican un giro evangélico en la Iglesia de Roma.
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