El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La mujer del libro de Apocalipsis 12:1-5 y otras consideraciones.
Puede que abandonara el catolicismo, pero a lo largo de su vida no abandonó a Dios ni el hecho religioso.
Yo encuadraría a Cortázar en un racionalismo agnóstico o en un agnosticismo racionalista.
María, la madre de Jesús, no fue ni reconocida ni tenida como “Madre de la Iglesia” por la Iglesia Primitiva.
Sábato escribía y pintaba. Consideraba que “el ateísmo es un fenómeno absolutamente novedoso, que los pueblos siempre creyeron en Dios”.
Si Jesús hubiera querido poner a María en el lugar que muchos han pretendido con el paso de los siglos, como “Madre de la Iglesia” (con muchísimas atribuciones más) lo hubiera hecho. Pero hizo todo lo contrario.
Escribir negativamente de la religión y desvincularse de la Iglesia católica no significa ser ateo. Parra tenía un alto concepto de Dios, al que cita con frecuencia en sus versos.
Como evangélicos creemos en María, reconocemos el valor de su ejemplo y precioso testimonio y amamos a la Virgen. Pero no creemos ni practicamos todo aquello que ha sido añadido y enseñado a lo largo de los siglos, y que es ajeno a las Sagradas Escrituras.
Blanca Varela vivió peleada con Dios. Dios era alguien más allá de lo que ella podía asumir.
En las Escrituras, el único Pacto válido que tenemos que aceptar y cumplir es el que Dios hizo ya en y con Cristo Jesús a nuestro favor.
En torno a César Vallejo existe una controversia insoluble que discute sus ideas religiosas y su actitud ante Dios.
La superstición contradice la fe, es una afrenta a Dios, a su Palabra y a sus promesas.
Necesitamos depender de su Palabra. Ella es y será siempre esa “punta de estrella” de oro de “curso legal divino”, con la cual se contrastará aquello que parece que es sano, correcto y bueno.
Ante el hecho religioso. No es de los poetas que dicen que el primer verso se lo dan los dioses.
El ser humano en su maldad es el que, poco a poco, va tejiendo la red en la que él mismo, tarde o temprano caerá.
Poco se ha escrito sobre el sentir religioso de Álvaro Mutis.
Cuando venimos al Señor, todos traemos algo o mucho de esos daños emocionales y nos conforta saber que, en Jesús, nos encontramos con la posibilidad de que toda nuestra vida sea restaurada.
El oído es como un sofisticadísimo transductor o sensor que hace lo mismo y envía dichos impulsos eléctricos al cerebro para que sea éste quien los interprete adecuadamente.
En una de sus novelas, Echenique recuerda algunos episodios de su vida durante la estancia en el colegio religioso de su infancia.
En este asunto de la tristeza y el gozo, haríamos bien en mirar a nuestro bendito Maestro.
El poeta entregó gran parte de su vida a la Teosofía, de la que escribió varios libros y numerosos artículos en las revistas.
Ser cristianos no nos deshumaniza; al contrario, nos humaniza mucho más y debería hacernos más sensibles al dolor propio y al de los demás.
Peza no escribió una sola pieza de contenido religioso digna de figurar en una antología. Con todo, tampoco fue indiferente a la religión y a sus misterios.
En cuanto a los que sufren pérdidas que desde el punto de vista humano son irreparables, no nos conviene ir por delante de Dios sino ir a su paso.
A Paz le sorprende el atrevimiento de Job para dialogar con Dios y se ve a sí mismo en busca del Eterno.
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