El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Paramos en la ruta junto a la oración modelo, que nos muestra a Dios como Padre. La música y el cine se han acercado a esta enseñanza tan significativa de Jesús.
Tenemos la certeza de que mucho más cerca que la parentela de sangre está nuestro Padre celestial.
Una adaptación libre, en poema, de la oración universal.
El nombre de Dios no puede santificarse ignorando el mundo o retirándonos de la realidad que nos rodea.
- ¿Y por qué no asegurar el de la semana, el del mes, el del año…? ¿No estaríamos más tranquilos?
Que nuestro compromiso con el proyecto de Jesús, plasmado en sus parábolas, sirva para contrarrestar los valores de un mundo sin tu justicia.
El padre recibe al hijo con los brazos abiertos. Ese es el carácter de nuestro Padre celestial.
Poema de Claide Regina Mendes, traducido del portugués y extraído del número 595 de la revista Nuestra Labor, correspondiente a julio 2000. (selecciona Isabel Pavón)
Padre nuestro que estás en todas partes... no nos dejes olvidarnos de nuestro compromiso y entrega para con el hombre.
La palabra dicha sigue siendo nuestro gran veneno: a nivel personal, interpersonal, familiar, social… también en la iglesia.
Para mí, lo que está absolutamente claro es que Dios es Grandioso, que habita en los cielos y en la Tierra porque todo es suyo.
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El Padrenuestro, sólo se puede orar desde el final: sólo mirando al futuro que Dios nos ha prometido.
Líbranos del mal debe ser nuestra oración diaria, así como también se nos enseña a pedir por el pan de “hoy” y por el perdón de nuestros pecados.
Jesús une, en la oración que enseña a su iglesia, el pan y el perdón, sabedor de que no debe darse una cosa sin la otra.
Ser cristiano es ir por la vida de la mano de un Dios real que cuida de nosotros.
Todo cristiano está obligado a preguntarle a Dios: Señor, ¿cuál es tu voluntad concreta para mi vida?
Al orar venga tu reino, estamos orando para gozar cada día personalmente de ese reino.
Sólo Dios puede santificar su nombre; por eso Jesús nos enseñó a orar.
Cuando Dios nos dio su nombre, estaba dando pasos hacia nosotros.
Poner primeramente nuestros ojos en las posibilidades de Dios, nos alienta a enfrentar con decisión y confianza el mañana.
Sólo cuando Dios ocupe en nuestra vida el primer lugar, seremos bendecidos de verdad.
Estas palabras constituyen la brújula de nuestras oraciones, el norte para que éstas no yerren su meta
Es muy importante comprender qué quiere decir Jesús cuando nos enseña a orar a Dios llamándole Padre.
En el Padrenuestro, aprendemos a aceptar a Dios como Padre, y le confiamos el primer lugar en nuestra vida.
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