El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
No es del todo extraño que muchas personas tomen decisiones en su vida sin demasiado sentido. Lo que jamás haríamos en ninguna situación de la vida lo hacemos en lo más trascendental: la base espiritual de nuestra existencia.
Delante de Dios, toda nuestra arrogancia se desvanece en décimas de segundo.
Dios sabe lo que está sucediendo en cada momento, y su carácter, su justicia y amor son la base del Universo.
Nuestra adicción al éxito se convierte en un absoluto en nuestra vida que nos impide ver todo lo demás.
Algunos no quieren pararse porque eso les obligaría a pensar.
Aquí van cinco consejos que podrían servir tanto para voluntariado humanitario como incluso para viajes misioneros de tu iglesia.
Nosotros creemos vivir felices en la seguridad de ir construyendo todas las áreas de nuestra vida, Dios nos enseña lo que significa vivir una aventura diaria.
Algunos consideran que las circunstancias difíciles nos alejan de Dios. Otros ven en ellas el cuidado de nuestro Creador.
Este mundo es mucho mejor por las pequeñas decisiones de miles de personas que no se rinden.
Dios puso dentro de nosotros ese sentimiento de justicia. La necesidad de un ser superior que tenga la última palabra en todo es la sed de Dios dentro de nuestro corazón.
Un amigo es un espejo donde te puedes ver de una manera real para examinar lo que está bien y lo que está mal.
Si queremos ir mucho más allá de la religiosidad y el poder del dinero, lo que necesitamos es aprender a vivir con la misma pasión que demostró el Señor Jesús.
Si solo confiamos en las riquezas, somos los más dignos de lástima de todos los seres humanos.
El no pensar nos ha llevado a vivir sólo de lo aparente, de lo que se ve.
A veces estamos tan inmersos en nuestras actividades y en nuestra vida religiosa que no nos damos cuenta de qué tipo de personas podemos llegar a ser.
Olvidamos que cuando hablamos mal de otra persona, llenamos de amargura nuestro corazón y dejamos de ser nosotros mismos.
Pocas cosas deshonran tanto a Dios como aquellos que dicen seguirle y no le aman.
El honor de haber hecho el bien es algo inenarrable, porque va más allá de las consecuencias de lo que hacemos.
Lo más trascendental en nuestra vida es amar a Dios y saber que él está con nosotros.
Podemos vencer cualquier circunstancia y enfrentarnos a las situaciones más difíciles, pero no sabemos como desprendernos de los recuerdos que nos hieren.
El secreto de la primera iglesia fue la absoluta dependencia del Espíritu Santo en oración en todo lo que hacían.
Podemos disfrutar de la vida y de lo que nos rodea. Pero debemos hacerlo sabiéndonos privilegiados, y sabiendo que hay otras personas, en otras circunstancias muy diferentes.
La diferencia capital entre la religión y el Señor Jesús es, quizá, la expresión de la gracia.
La promesa de la vida eterna es una de las esperanzas más firmes de todos los que confiamos en Dios.
Cuando vivimos estresados no nos damos cuenta de que Jesús está a nuestro lado y lo más importante para Él no es lo que hacemos ¡Nos quiere a nosotros!
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