El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Hay centenares de satélites diferentes, pero todos tienen algo en común: cuando han perdido la comunicación con la Tierra, tienen marcado el momento de su destrucción.
Es necesario que recordemos algunos detalles muy importantes. Los puedes aplicar en cualquier situación de la vida.
Quien quiere ganar a cualquier precio siempre herirá a alguien.
No se trata de ser perfectos, sino de seguir siempre adelante con nuestra mirada en la meta, en el Señor Jesús.
En cualquier trabajo que estemos haciendo, cualquier arte, o incluso en la competición deportiva en la que estés en este momento, intentar dar el máximo y buscar la excelencia es lo que Dios haría en nuestro lugar.
Cuando nos encontramos en los momentos más difíciles necesitamos confiar en Él, sentir su mano junto a la nuestra y vivir de una manera diferente.
Todos nosotros necesitamos que los años vayan pasando para ir aprendiendo lo que realmente es importante.
Los que miran hacia el cielo, aprenden a vivir “desesperados” por ver a Dios, por encontrarle, por tener algo nuevo de Él en cada día.
Hoy es el día de seguir haciendo nuestro trabajo con entusiasmo. Lo que hacemos cada día es lo que merece la pena, lo sencillo.
Nunca llegaremos a la perfección, pero es una batalla que merece la pena, una lucha en la que hay que empeñarse, porque con cada paso que damos conseguimos que la vida sea más parecida a lo que Dios quiere.
Él siempre nos escucha y nos ayuda, aunque a veces parece estar lejano.
Si no miramos hacia el pasado recordando la belleza de muchos momentos, no podemos ser felices.
Roger Federer dice: «Voy a cada partido pensando que puedo perder. La mayor parte de los días pienso que me pueden derrotar si no lo doy todo». Esa es una buena actitud.
No importa lo buena que pueda ser una persona, a veces puede herirte, y necesitas perdonarla.
Aunque no conduce a nada más que a la amargura y a aumentar la desgana y la frustración de los que viven a su alrededor, mucha gente vive quejándose.
Dios nos enseña a vivir de una manera diferente. Él nos encarga que seamos no sólo animadores, sino "admiradores".
Si gritamos contra la injusticia, no estamos solos. Si nuestro corazón se conmueve al contemplar el dolor, no estamos solos.
Hasta algo bueno puede convertirse en una pesadilla cuando gobierna completamente nuestro corazón, nuestra mente o nuestra manera de actuar.
Hay países dónde te juegas la vida si dices que amas a Dios, pero en otros, (como el nuestro) sólo te juegas tu nombre... y tu integridad como persona.
Hay dos maneras de deshacer cualquier malentendido: primera, no juzgar nunca a la otra persona. Segunda y más importante, tener un corazón limpio.
Cuando hablamos de la relación personal con Dios y sobre la “salvación”, muchos dicen: ¿Qué es eso de la salvación? ¿Qué significa ser salvado?
Ganar un alma es darle sentido y significado a la existencia de los que nos rodean ¡Es una conquista que supera cualquier otra experiencia!
Los problemas de los otros nos parecen lejanos, y en los días en los que nuestros amigos nos necesitan, muchas veces “desaparecemos”.
Nadie puede decir que vive en la voluntad de Dios si envidia a otros, y cree que él (o ella) es el mejor, el primero, el más importante de todos.
Necesitamos derrochar gracia, bendecir, ayudar, consolar, animar a los demás; arriesgar nuestra reputación para estar al lado de quien lo necesita, como Bernabé lo hizo.
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