El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En las calles más concurridas de Tokio se han instalado escuchadores voluntarios que tratan de aliviar un padecimiento del alma humana que aumenta sin cesar en las sociedades opulentas: la incomunicación.
A medida que las democracias se debilitan, y está ocurriendo en todas partes, el terrorismo crece en poder.
Si la película de Gibson se considera antisemita, entonces todo el Nuevo Testamento lo es.
Jesús vino para emancipar al creyente de la soberanía del Estado. En esto la Iglesia era revolucionaria.
Los predicadores cristianos se suponen dotados de un poder espiritual sobre el mundo, distinto a los poderes del militar, del político o del financiero. Es el poder del Espíritu Santo.
La libertad del ser humano se apoya sobre una naturaleza cuya necesidad trasciende. No incide en el hombre desde fuera, no depende de las concesiones de la sociedad ni del poder.
La razón no se contrapone a la fe. Pero la razón tiene límites. La razón, por sus propias fuerzas, solamente llega hasta la naturaleza divina; y allí se detiene.
Vivimos a un paso de la locura. Nuestro mundo diario parece caótico, inconexo y confuso. Se nos han derrumbado los más consistentes sistemas de valores.
Se puede trastornar para producir un bien y se puede trastornar para producir un mal.
El mundo de los libros tiene una antigüedad que se pierde en el tiempo.
Su poesía exalta la dignidad del hombre y la búsqueda de Dios.
La novela ganadora en la última edición del Premio Planeta, Lejos de Luisiana, es una obra magistral y un fresco histórico sobre la aventura de España en el corazón de Norteamérica.
“Hallado y perdido a cada instante, está el nombre de Dios en la poesía de todo poeta auténtico. Y así en la de Leopoldo Panero”, escribía Dámaso Alonso.
Poesía religiosa es la que hace patente la corriente interior de hombres y mujeres, su espiritualidad, sus vivencias religiosas, su testimonio de unidad entre lo divino y lo humano hasta llegar a las alturas donde habita el Eterno.
Reintegrado a la Venezuela que siempre amó, Rafael Cadenas es creador de una obra densa y estrechamente vinculada al pensamiento filosófico.
Considerado como uno de los principales representantes de la poesía social de su tiempo, fue un gran estudioso de Cervantes, Rubén Darío, Quevedo, Unamuno y de otros gigantes de la literatura española.
En este trabajo, Carmen Alemany saca a la luz más de 170 escritos que Miguel Hernández produjo en distintas etapas de su corta vida, principalmente de su primera juventud.
Fue especialmente conocido por su libro Los muertos, “Obra donde reflexiona sobre Dios, el tiempo y el fin de la existencia humana en lucha agónica por alcanzar la inmortalidad”.
El tiempo en la Biblia es la historia de las intervenciones de Dios y el gran regalo de Dios al hombre.
Dedicado por entero a la poesía, en 1981 obtuvo el Premio Nacional de Poesía en euskera.
Carmen Hernando expresa que “la trágica andadura del siglo XX no se entendería sin la vida y la obra de intelectuales como Simone Weil Y Albert Camus”.
La poesía de Emilio del Río “se mantiene transparente a pesar del paso del tiempo –dice Enriqueta Soriano– adornada con profundidad del mensaje cristiano. Piensa que el hombre es la gloria de Dios”.
Para estos 8.000 millones de personas somos el pan espiritual que puede alimentarlos para vida eterna.
Alencart es uno de los poetas más universales que tiene la España contemporánea.
Apuntando a la torre llegó a las librerías en la primavera de 1972. Desde entonces el libro ha tenido mucho recorrido, traducido al inglés, al francés y al portugués.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.