El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El cristiano es santo por derecho de redención, porque Cristo, al salvarle, le ha comprado con su sangre.
Todos sufrimos, pero las palabras de los amigos alivian. Sin embargo, no hay cosa más dificultosa que hallar palabras proporcionadas a un gran dolor. Los amigos de Job, más que consoladores se muestran en ocasiones acusadores.
La Iglesia del Señor, el Cuerpo de Cristo, no puede tener muchas cabezas. Como existe un solo cuerpo existe también una sola Cabeza: Cristo.
Es capital preguntarse si la fe en un Dios vivo debe incluirse entre las costumbres llamadas a desaparecer, como parecen anunciar algunos teólogos que repiten, decenios después de Nietzsche, que Dios ha muerto. O bien si nuestra fe aguantará con firmeza los embates de la incredulidad en este siglo XXI.
El sábado 25 se cumplirán tres meses de la muerte de Fidel Castro. Este breve aniversario me ha llevado a la consideración de la brevedad y vanidad de la vida.
En general la poesía de Alencart no se reduce a describir una ceremonia piadosa, ni a nombrar a Dios por imperativo profesional o por obligatoriedad devota. Al contrario: pocas voces de habla española han expresado la búsqueda de Dios como Alencart y exaltado al Cristo que Darío llamó perdonador de injurias.
No somos ministros de la letra, es decir, de fórmulas vacías; somos ministros del Espíritu, a saber, de vida, de poder, ministros de la revolución de Dios.
Para Ismael, su hijo, el libro es "una pequeña parte de su historia como fotógrafo, periodista, escritor y ciudadano. Una muestra que cuenta la historia que este fotógrafo tenía en la cabeza".
La doctrina del Juicio Final es eminentemente bíblica y se encuentra representada con fuerza tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamento.
Los libros de memoria, como este de Diego Teruel, constituyen un legado maravilloso, el don de resucitar el pasado, el único paraíso de donde no podemos ser desterrados porque es nuestro, permanece vivo en las fibras del corazón, entre los laberintos de la mente.
El Nuevo Testamento que habrá otra señal antes de que Cristo venga a la tierra: el enfriamiento del amor y la multiplicación de la maldad.
No olvidamos nada. Todo continúa existiendo en nuestra conciencia. La memoria es un faro luminoso que nos guía en las tormentas de la vida. Memoria y autobiografía tienen el mismo significado y persiguen el mismo objetivo: recordar el pasado y contarlo.
Examinaré brevemente algunas de las señales que han de preceder a la segunda venida de Cristo.
“Las grandes verdades de siempre (verdades de la fe), pueden ser arrinconadas e ignoradas hasta transformarse en reliquias del pasado sin relevancia social en el presente”.
Tras hablarnos de su ascensión a los cielos insisten en el hecho de su segunda venida. “Desde allí - dicen- ha de venir”.
¿Puede el amor de una mujer profundamente creyente ser tenido en cuenta por Dios para conceder la salvación del alma a quien se jactaba de haber matado a 32 hombres y haber seducido a un elevado número de mujeres? La respuesta nos la da el apóstol Pablo en la carta que escribe a los cristianos de Roma: “¿Quién entendió la mente de Dios?”
Tras resucitar, el Credo dice que Jesús "subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre".
La resurrección de Cristo es un hecho innegable. Por ella tenemos entrada al Padre y derecho a la vida eterna.
La primera parte del Don Juan Tenorio, de Zorrilla, ha tratado de aventuras y amores. En la segunda parte, la obra adquiere un vigor eminentemente religioso, teológico.
Cristo es la escalera que nos lleva al Padre. Él es el camino seguro hacia el cielo, la única verdad en materia religiosa, la vida para el alma y el abogado que nos defiende ante el Padre.
En toda la escena Don Juan habla a Don Gonzalo de su salvación, de su confianza en que Dios le ha enviado a Doña Inés para a través de ella alcanzar el cielo.
Su sufrimiento y su muerte fueron vicarios. Hay que insistir en esto, para no quedamos con la imagen de un Cristo hombre que muere por sus semejantes en un acto de heroico martirio
La tercera escena del cuarto acto tiene lugar el intercambio de palabras amorosas que marcan el punto culminante del romanticismo en la obra de Zorrilla.
No hay en Cervantes burla grosera. Su humor es fino, acerado, culto, delicado, elegante, como lo entendió Víctor Hugo.
Este hombre es, hoy día, el Hombre que el ser humano necesita.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.