El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La inmaculada concepción de la Virgen y el Purgatorio son otros dos de los dogmas antibíblicos expuestos en Fátima.
La Magdalena, muerta hace unos dos mil años, ¿dónde está? ¿En el cielo? En todo caso, en espíritu. Un espíritu, ¿puede alargar la mano a un ser mortal y entregarle “unos rollos pergaminos”?
Las supuestas apariciones de la Virgen a tres niños en Fátima plantea interrogantes que aún no han sido resueltos.
Las invenciones e imaginaciones hasta resplandor tienen, sin ser soles ni estrellas. La imaginación de un escritor tiene el don de persuadir al lector de que lo que lee es ciencia pura, sin atender a los gritos contrarios de la razón.
Quienes dicen desde afuera que no hay libertad religiosa en Cuba deben viajar a la isla y comprobarlo por ellos mismos.
Venezuela está viviendo hoy una de las peores crisis política y económica de toda su historia.
Estoy firmemente convencido de que en la novela de Ki Longfellow se está cumpliendo la profecía del apóstol Pablo: “vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2ª Timoteo 4:3-4).
Acabo de regresar a Madrid después de un largo viaje: Colombia, Venezuela y Cuba.
“Desterremos de nosotros toda sospecha”, gritaba Séneca. La sospecha envanece, escribía años después el apóstol Pablo. ¿Se puede atribuir a la sospecha naturaleza de verdad? La autora del libro admite que su hipótesis es pura sospecha, pero lectores ávidos de sensaciones nuevas digieren estos cuentos sin más.
Entre Dan Brown con su “Código Da Vinci” y Juan Arias con su “María Magdalena” transcurren dos años, pero el cura apóstata da la razón al novelista inventor de fábulas.
Así es la novela. Todo lo aguanta. Con todo carga, por muy disparatado que sea. Ninguna pretensión de originalidad. La suma de artificio vano, falso, inconsistente.
El tener que ganarse la vida con la literatura perturba la serenidad y a la mentira no se le da importancia. Se la considera parte del oficio. La pluma –decía Byron- ese poderoso instrumento de los hombres insignificantes.
Tom Wolfe: “No, no soy creyente, y creo que la teoría de la evolución es un cuento bien intencionado”.
A un investigador como lo presenta el libro se le exige rigurosidad, documentación, como menos. Nada de esto aporta el autor. Y el lector, por lo general, no está en disposición de averiguar sus insinuaciones.
Señor director: No encontraremos los confines del amor si no recorremos los caminos del alma.
Cuando surge un tema que capta al público, los editores se vuelcan en la producción de obras que especulen sobre el mismo entramado. Es su negocio. Y hay un empecinamiento literario en casar a Jesús con María Magdalena.
A todos ellos, desde este rincón madrileño que pronto abandonaré, les envío un saludo a través de las nubes.
Venturosa la novela, en general, que admite todas las fantasías capaces de ser inventadas en la mente del humano.
Si todo acabara con la muerte seríamos los más desgraciados del Universo. Pero no es así.
La Biblia es, indudablemente, un libro religioso. Pero también puede ser considerado como una obra literaria. Como en literatura, la Biblia contiene multitud de géneros.
La resurrección es para los cristianos mucho más que una definición dogmática. La vemos, la sentimos, la vivimos ya, la esperamos con ilusión.
Conforme avanzamos en el tiempo, especialmente en nuestro siglo mecanizado y tecnificado, angustiado por la falta de oportunidades laborales, surgen nuevas causas de stress.
Alencart deja conocer su artículo de hoy, aparecido en El Norte de Castilla, el periódico decano de la prensa española.
Dios quiere que descansemos en la certeza de su perdón. Quiere que vivamos felices en Su amor.
Criados como musulmanes sunníes por el líder de una mezquita, vivieron el Islam con intensidad antes de su conversión a la fe de Jesucristo.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.